Llevo varios programas de radio hablando de cómo prevenir a los hijos del peligro que conlleva la influencia de las posturas y opiniones de los amigos cuando están en la pandilla y carecen de unos buenos resortes por falta de conocimiento, vivencia y entrenamiento.

Los mecanismos de presión de las pandillas o del ambiente, son muy fuertes para el chico o la chica que carece de unos buenos resortes de defensa.

Los grupos otorgan al adolescente una “valentía” para hacer algo que  individualmente– se sentiría incapaz de realizar, por eso constituyen uno de los terrenos mejor abonados para la propagación de cualquier tipo de adicción

Las humanidades facilitan la construcción de la personalidad y la lectura de los clásicos traen a nuestra mente los valores que tenían las culturas anteriores.

Afrontar la vida requiere de una fortaleza que se ha de contemplar en la educación de los hijos. Si unos padres no tienen las ideas claras para actuar, no actuarán. Por eso, animo a la reflexión.

Las virtudes son los valores integrados en la persona. La educación del carácter tiene que ver con el “capital cultural” de las familias, con el modo de transmitir cómo afrontar la vida.

Una forma sencilla de apuntar a la cercanía es dedicar un tiempo cada día a jugar con los hijos

Puede ser interesante detenerse a pensar dónde ponemos el foco de atención cuando estamos juntos: ¿en el sacrificio que conlleva el día a día con los hijos o en la belleza que se desprende de las distintas vivencias? ¿En lo que tienes que renunciar o en lo que puedes

disfrutar con ellos?…