La saturación desorienta su atención hacia algo concreto con lo que jugar, experimentar o crear.
El aburrimiento es ese estado de malestar que aparece cuando uno no sabe que hacer con el tiempo libre del que dispone. Por lo tanto, es una señal de descontento interno respecto de la realidad que se está viviendo. Y, pienso, que ese estado anímico negativo sirve a los padres para ayudarles -proporcionándoles “pistas”- a que pasen a la acción. De esta forma, son los hijos quienes, al tomar la iniciativa, provoquen el cambio de ese estado negativo por otro positivo al poner en práctica lo que han decidido hacer tras considerar
las “pistas” que les han proporcionado sus padres. Por lo tanto, la ayuda constructiva ante el aburrimiento ha de traducirse en sugerir, en “dar pistas” para que sean los hijos quienes se activen y decidan qué hacer.
Un error muy extendido es pensar que se les ayuda cuando se les deja ver la televisión, el ordenador o el móvil. No digo que sea malo tener previsto un tiempo para ver la Tv, utilizar el ordenador o el móvil como medio de entretenimiento. No. Lo malo es que la Tv, el ordenador o el móvil se conviertan en la solución recurrente cuando los hijos no saben qué hacer.
Animo a los padres a que planteen a los hijos que piensen actividades que pueden realizar
cuando disponen de tiempo libre. Yo adelanto una, a modo de ejemplo: una “lluvia de ideas” sobre qué pueden hacer la tarde de un sábado que está lloviendo. Las ideas que salgan se ponen por escrito y que después se eligen por votación dos o tres para disfrutar
de ese tiempo todos juntos.
Este tipo de planteamientos proporciona, además, ocasiones para ahondar en el conocimiento de los hijos: así se descubre cómo acoge cada uno lo que sale en la votación; las disposiciones de uno y otro a ceder o a imponerse; sus formas de asumir y respetar las normas del juego; cómo exteriorizan el ganar o el perder, etc.
Tengamos presente que en los ambientes de confianza el niño, la niña, se manifiesta libremente y es donde aprende a afrontar los primeros conflictos afectivos. Y para poder educar con acierto, es básico conocer los puntos fuertes y débiles que tienen. Y cuando una familia se reúne y juega, aflora mucha información sobre la forma de ser de cada uno. Información que sirve para –posteriormente– poder ayudar con una orientación individual y a solas, en distintos aspectos que le va a servir para una mejora personal.
Por último, señalar también, que es bueno que dispongan de un tiempo “libre”, en el que no haya una programación. Es un tiempo necesario y muy conveniente para poder pensar, imaginar y reflexionar.