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Hechos relevantes

  • Devoción desde la infancia

    DEVOCIÓN DESDE LA INFANCIA

    San Antonio de Padua profesó desde niño gran devoción a la Virgen. Esta litografía, del siglo XVII, representa a su madre dirigiéndose hacia la catedral para consagrarlo a la Reina del Cielo.

    Energía ante las tentaciones

    ENERGÍA ANTE LAS TENTACIONES

    De joven, cuando era aún estudiante, al verse asaltado por una violenta tentación, Fernando (que así se llamaba) se refugia en la Catedral y traza una cruz en la pared de las escaleras que suben al coro. La tentación se aleja y la piedra se ablanda bajo sus dedos, dejando la sagrada señal, que hasta hoy se venera en una torre de la Catedral de Lisboa.

    Deseo de superación

    DESEO DE SUPERACIÓN

    Habiendo ingresado en la orden de los Canónigos Regulares de Coimbra, Antonio ve llegar los cuerpos de los cinco franciscanos de Marruecos. Vivamente impresionado decide ingresar en la orden de San Francisco.

    Su nuevo nombre

    SU NUEVO NOMBRE

    Al recibir el hábito franciscano, toma el nombre de Antonio.

    Dar la vida por Cristo

    DAR LA VIDA POR CRISTO

    Poco después, San Antonio de Padua se dirige al norte de África con la intención de predicar el Evangelio y alcanzar la gracia del martirio. Sin embargo, nada más llegar cae gravemente enfermo y no tienen más remedio que enviarlo de vuelta a la Península. Pero una enorme tempestad arrastra su navío hacia las costas de Italia, en donde el Santo debería ejercer su ministerio.

    Humildad y sabiduría

    HUMILDAD Y SABIDURÍA

    De modo enteramente fortuito, un buen día le ordenan en nombre de la santa obediencia, que predique un sermón. Y San Antonio de Padua, que siempre había pasado completamente desapercibido, muestra una sabiduría y un conocimiento de las Escrituras magistral, llenando de admiración a todos.

    Predicador y maestro de novicios

    PREDICADOR Y MAESTRO DE NOVICIOS

    La noticia vuela, y el glorioso Patriarca de Asís ordena a San Antonio de Padua que se dedique por completo a la predicación y a enseñar teología a los frailes menores.

    Cruzado en defensa de la Fé

    CRUZADA EN DEFENSA DE LA FE

    A instancias del Pontífice, dominicos y franciscanos se movilizan para combatir la terrible herejía albigense que asola el sur de Francia. Allí es enviado San Antonio. Los prodigios se suceden, apoyando de forma maravillosa la verdad de lo que predica. En Toulouse, la hambrienta mula de un destacado hereje que negaba la preencia real de Cristo en la Eucaristía, se arrodilla ante el Santísimo, en vez de ir a alimentarse al fardo de heno que le había dispuesto al lado.

  • Prodigioso confesor

    PRODIGIOSO CONFESOR

    San Antonio de Padua pasaba días enteros atendiendo en confesión. En cierta ocasión, un penitente se quiso confesar por escrito, porque no conseguía contener las lágrimas, ante el profundo arrepentimiento que sentía de sus pecados. San Antonio de Padua, a medida que lee los pecados, ve que se van borrando misteriosamente del papel, interpretándolo como una clara y maravillosa señal del perdón de Dios.

    El demonio intenta silenciarle

    EL DEMONIO INTENTA SILENCIARLE

    En cierta ocasión, anuncia, al comenzar el sermón, que el demonio intentará dificultar la reunión, pero que no conseguirá provocar graves accidentes: algunos minutos después, el estrado, desde el que hablaba el orador, se derrumba estrepitosamente; San Antonio de Padua sale sano y salvo de los escombros.

    La tempestad

    LA TEMPESTAD

    En Limoges, hablando en un antiguo anfiteatro romano, se desata una tempestad, rugen los truenos: el Santo consigue contener al auditorio que estaba a punto de dispersarse, y nadie se moja, mientras que alrededor del anfiteatro la lluvia cae torrencialmente.

    Bilocación en Montpelier

    BILOCACIÓN EN MONTPELIER

    En el día de Pascua de 1224, debía predicar al mismo tiempo en la catedral de Monpelier y cantar el gradual y el aleluya en la misa conventual. Encontró el medio de cumplir las dos funciones. Subió tranquilamente al púlpito; habló ante el obispo, el clero y una inmensa multitud deseosa de escucharlo. Súbitamente paró el discurso, cubrió la cabeza y quedó absorto en un profundo recogimiento. En ese preciso momento, los frailes menores lo vieron en su capilla, en donde desempeño devotamente su papel. En la catedral, el pueblo extrañaba este silencio extraoirdinario y pensó que se trataba de un éxtasis. Pasados algunos instantes, el orador volvió en sí y acabó el sermón. Los fieles, sospechando algún misterio, quisieron saber la verdad. Hicieron una pesquisa y comprobaron que el predicador había realizado uno de esos prodigios de bilocación tan raramente constatados, hasta en la vida de los mayores Santos.

    El corazón en el cofre del Avaro

    EL CORAZÓN EN EL COFRE DEL AVARO

    Fustigó con denuedo la usura. En ese sentido, antiguos biógrafos cuentan, a propósito de esto, un episodio que tiene apariencia de leyenda. Antonio, dicen, tuvo que dirigir la palabra durante el funeral de un usurero. Habiendo tenido conocimiento por revelación particular de la condenación eterna del infeliz, quiso que la suerte trágica de este desgaciado sirviese por lo menos a los vivos. Tras explicar con algunas palabras vehementes los peligros de la avaricia, concluyó su homilía con este texto del Evangelio: "El mal rico murió y fue sepultado en el intento". Como el auditorio, se extrañó ante semejante audacia, añadió: "Este hombre colocó su corazón en sus tesoros. Id a su caja fuerte, abridla; descubriréis allí su corazón, castigado por la justicia de Dios". Fueron al domicilio del muerto. La afirmación del Santo se encontró milagrosamente realizada: el corazón del difunto yacía en medio de su oro.

  • Sin miedo ante el tirano

    SIN MIEDO ANTE EL TIRANO

    Hombre valiente y lleno de celo, San Antonio de Padua no tenía miedo de enfrentarse a quien fuera. Así lo hizo, reprendiendo con rigor al tirano de Treviso que aterrorizaba la región de Padua. Ante tal arrojo, el tirano se lanza a sus pies, y se coloca sobre el cuello un cordón en señal de arrepentimiento.

    El niño ileso

    EL NIÑO ILESO

    El hijo de una mujer que estaba escuchando al Santo, cae dentro de un caldero. Cuando se da cuenta, descubre maravillada que el niño permanece ileso en medio del agua hirviendo.

    Veneración por los mártires

    VENERACIÓN POR LOS MÁRTIRES

    Cuando San Antonio de Padua estaba en Puy, vivía en esa ciudad un notario joven y rico que llevaba una vida alegre, y poco se preocupaba con los deberes del cristiano. Curiosamente Antonio dispensaba especiales atenciones a este notario, que le detestaba. Siempre que lo encontraba en la calle, le saludaba y le daba muestras de respeto y afecto. Al principio el joven reía de aquello que juzgaba ser ingenuidad de un fraile engañado con su buena apariencia. Ocurrió, sin embargo, que un buen día los dos personajes se depararon bruscamente frente a frente. Antonio, como de costumbre, se inclinó respetuosamente. El notario, enfurecido, no consiguió retener su cólera y preguntó indignado al religioso la razón de esos singulares saludos. -Sepa - le respondió el taumaturgo- que un día usted ha de derramar, su sangre por la religión. Yo venero en usted a un futuro mártir de Cristo. Los hechos confirmaron la predicción del Santo. Algún tiempo después, el notario fue tocado por la gracia. Vendió sus bienes, dio su dinero a los pobres e hizo la peregrinación a Tierra Santa. En una discusión con los musulmanes, atacó tan violentamente a su falso profeta, defendió con tanta valentía nuestros dogmas, que fue torturadoy muerto por odio a la fe.

    Resucita a un muerto

    RESUCITA A UN MUERTO

    San Antonio de Padua se transporta prodigiosamente a Lisboa y resucita a un joven, que había sido asesinado, para que testifique la inocencia de un pariente que caminaba ya hacia la horca, injustamente acusado.

    Restituye el pie cortado

    RESTITUYE EL PIE CORTADO

    Un padovano de nombre Leonardo fue a confesarse y se acusó de que, en un momento de ira, había dado un tremendo puntapié a su madre, haciéndola rodar por tierra. San Antonio, estremecido con este pecado contra el quinto mandamiento, le recordó la parábola de Jesús, aplicándosela al caso: “El pie que te ha dado escandalo, haciendo rodar por tierra a tu madre, habría sido mejor que te lo hubieras cortado." El joven, tomando al pie de la letra la parábola, fue derecho a cortárselo. Al ver a su hijo mutilado, la madre corrió despavorida al convento y se arrojó sobre fray Antonio, que dirigiendose con presteza a la casa, bendijo al joven, y restituyó milagrosamente el pié a la pierna. Leonardo, se levantó como si nada le hubiera pasado y comenzó a danzar y cantar dando a gracias a Dios.

  • El bebé que habla

    EL BEBÉ QUE HABLA

    Las dudas, los celos, las sospechas agitan el corazón de un hombre rico. La imaginación aturde su mente. Cree ver, cada vez con más claridad, cómo la turbia sombra de la infidelidad envuelve el rostro de su mujer. Su pecho se inflama. Sus ojos se irritan y un profundo desprecio aflora en su alma hacia el pobre niño, recién nacido. Profundamente ofendida, la pobre mujer tiembla. Llora de pena, llora de rabia, reclama su inocencia pero no encuentra argumentos a su favor. Viéndose ya perdida, y cruel e injustamente rechazada, implora la ayuda de San Antonio. Dulce y compasivo, San Antonio, siempre en auxilio de los desvalidos, toma en sus brazos al recién nacido y en presencia de su marido y numerosos testigos, pregunta al pequeñuelo: "Hijo, quien es tu padre". Para asombro de todos, el bebé dirige sus brazos tratando de abrazar al airado marido y comienza a hablar, reconociéndolo como padre.

    Aparición del niño Jesús

    APARICIÓN DEL NIÑO JESÚS

    Según cuenta la tradición, estando hospedado en la casa del señor de Châteauneuf, en la región francesa de Limoges, (otros sitúan este episodio en Camposampiero, cerca de Padua) San Antonio recibió la famosa visita del Niño Jesús. Parece ser que dicho señor se había propuesto observar con especial atenciónla conducta del religioso, cuya fama le maravillaba. Caída la noche, se aproximó con sigilo a sus aposentos para -con indiscreta curiosidad- ver lo que hacía. Grande fue su admiraciónal contemplarun gracioso prodigio: el Niño Jesús repostaba en los brazos del Santo, que le colmaba de respetuosas caricias. La crítica actual no se atreve a atribuir a este relato un carácter histórico. En contrapartida, si se da por cierto que Nuestro Señor se le apareció durante la agonía. Jesús glorioso y sonriente vino a dar fuerzas a su apóstol durante el último combate y a suavizar con su presencia la angustia del transcendental paso.

    Sermón a los peces

    SERMÓN A LOS PECES

    Viendo que los habitantes de Rímini (Italia) se burlaban de sus sermones, les increpó diciendo: Ya que los hombres no quieren oír la palabra de Dios, voy a predicar a los peces. Se dirigió entonces hacia las verdes orillas de la desembocadura del río y, como su seráfico padre que predicaba a los pájaros, con enternecedora sencillez invitó a los habitantes de las limpias corrientes a alabar al Señor. Para sorpresa de los asientes, una multitd de peces se fue reuniendo junto a la playa, sacando la cabeza hacia afuera en actitud de escuchar las palabras del santo. Desconcertada la población ante quien tanto poder obtenía del Cielo, abandonaron para siempre los errores de la herejía.

    Aparición de San Francisco

    APARICIÓN DE SAN FRANCISCO

    Al mismo tiempo que desplegaba con ardor su ministerio entre los herejes –convirtiendo con su elevada erudición y el brillo de su santidad a numerosísimos de ellos–, Antonio enseñaba a sus hermanos los principios de la teología. Así, le vemos asistir al Capítulo Provincial, que tuvo lugar en Arles (Francia), a finales del verano de 1226. Su reputación como orador y taumaturgo le había precedido, por lo que los hermanos lo acogieron con alegría, pidiéndols sobre la Santa Cruz, pues en este día la Iglesia festejaba su gloriosa exaltación. Escogió como base para su sermón el título que Pilatos había hecho clavar en la Cruz del Salvador: "Jesus Nazarenus, Rex Judaeorum". Mientras desarrollaba este tema, San Francisc, que aún vivía en Asís, apareció milagrosamente en la sala capitular. El bienaventurado fundador parecía levitar sobrela asamblea. Escuchó con satisfacción durante algunos instantes las palabras del ardoroso predicador, digno hijo de su alma, y después, con la mano ensangrentada por los estigmas de Cristo, bendijo a sus hijos y desapareció. El auditorio, subyugado por al elocuencia de Antonio, no se dio cuenta de este fenómeno, solamente un religioso, llamado Monaldo (en primer término a la izquierda), levantó los ojos y fue testigo de prodigio. Este hecho es relatado por Tomás de Celano y San Buenaventura, inmortalizándolo Giotto en uno de los frescos de la Basílica de Asís.

  • Defendiendo el espíritu de la orden

    DEFENDIENDO EL ESPÍRITU DE LA ORDEN

    San Antonio de Padua defiende, ante el Papa Gregorio IX, el espíritu primitivo de la Orden franciscana que corría el riesgo de perderse tras la muerte del Fundador. El Sumo Pontífice confirma con su autoridad la opinión del Santo.

    Don de la profecía

    DON DE LA PROFECÍA

    Nuestro Santo anunció muchos acontecimientos. El último de ellos fue la profecía de su propia muerte. Paseaba con un fraile por los campos próximos de Padua. Al llegar a una colina desde la que se divisaba la ciudad, pararon a contemplar el amplio y magnífico panorama. Sensible a los encantos de la naturaleza, que aprecia-ba como artista, se entretuvo admirando los luminosos paisajes del Véneto. Alabó la planicie opulenta que se extendía ante sus ojos y, pareciendo leer en el horizonte el futuro, pronunció estas misteriosas palabras que desconcertaron a su acompañante: "Oh Padua, ciudad bendita, vas a ser célebre y tu fama ha de esparcirse por toda la tierra". No dio más explicaciones. Poco tiempo después, moría. Pero sus milagros seguían produciéndose. Cuando exhaló el último suspiro, los frailes, previendo dificultades entre los habitantes del arrabal y los de la ciudad, decidieron esconder el cuerpo del Santo. Esfuerzo inutil. Movidos por unos sentimientos sobrenatural, los niños de Padua empezaron a recorrer las calles de la ciudad gritando con viva exaltación "¡El Santo ha muerto! ¡El santo ha muerto!".

    Doctor de la Iglesia Universal

    DOCTOR DE LA IGLESIA UNIVERSAL

    La vida de San Antonio de Padua, relativamente breve, se caracteriza por una actividad apostólica asombrosa que apenas le deja tiempo libre para la reflexión y el estudio. ¿Cómo y cuándo adquirió, entonces, la ciencia profunda que revelan sus escritos, que le reconoció S. Francisco al nombrarle primer Lector de la Orden, y de la cual se hacía lenguas sus contemporáneos? Aparte de las luces especiales con que le favoreció el Altísimo, los antiguos hagiógrafos están acordes en afirmar que el Santo debe su ciencia, en primer término, a la agudeza de su ingenio, a la prodigiosa memoria que estaba dotado y a su tenaz aplicación al estudio. El examen atento de sus Sermones revela que el santo tenía un conocimiento muy vasto de la literatura patrística que adquirió en Santa Cruz de Coimbra. Pio XII lo proclamó Doctor de la Iglesia Universal en la Carta Apostólica "Exulta, Lusitania felix". Cada uno de los Doctores de la Iglesia tiene una nota distintiva y predominante: en uno resplandece la santidad, en otro doctrina, en un tercero la especulación fria de las verdades; en San Antonio la nota predominante es la predicación evangélica. San Antonio de Padua era y es Doctor de la Iglesia, pero Doctor Evangélico, esto es, un doctor cuya doctrina guarda siempre estrecha relación con la Sagrada Escritura, un doctor con auditorio preferentemente humilde, cuyo título sólo es la fe en Cristo, un doctor que catequiza, esto es, que hace resonar con su palabra el oído y por lo mismo la mente y el corazón de los fieles. Y es además Doctor Evangélico porque tiende a formar a sus oyentes en la vida práctica, en las costumbres. Fue canonizado apenas unos años después de su muerte, por el Soberano Pontífice Gregorio IX, que lo llamó de "Arca viva de las Sagradas Escrituras".