Cuando en el pueblo cristiano se dan llamativas carencias de formación y catequesis,

No pierde el tiempo y Benedicto XVI nos ofrece tres pistas para aprender a ejercitar esa esperanza que “performa” al hombre.

En las ciudades, las campanas tienen menos protagonismo que en el campo y en los pueblos pequeños, pero siempre destaca su sonido en medio de la circulación, de las obras, de la agitación de la gente.

Aunque ha pasado el tiempo, el vigor y la oportunidad de la segunda Carta papal –con el nombre de Encíclica- se mantiene; más bien, crece al comprobar la claridad de visión de futuro de este nombre de la Iglesia que responde al nombre de Benedicto y al número diez y seis en la escala de Pontífices así conocidos.

La Cruz sana y salva El teólogo J. Moltmann, refiriéndose a los campos de concentración nazis, escribió: «si en Auswitz se rezó, es posible orar en cualquier situación». Nosotros añadimos: Porque Cristo oró en la Cruz, nosotros podemos orar en la  desesperación, en la depresión, en la angustia, en la desgracia, en la enfermedad, en el momento de nuestra muerte.