Usted está aquí

Una mirada al futuro

En primer lugar, la multitudinaria asistencia de jóvenes de todo el mundo, ha dejado claro, una vez más, que Dios no ha muerto, que sigue vivo entre nosotros. Este tema, permanentemente recurrente, se convierte en moda entre los eruditos materialistas cada cierto tiempo, conviene ponerlo en evidencia a la vista de esa multitud de jóvenes alegres, desinhibidos, divertidos y modernos que, con la ilusión de mejorar el mundo en el que vivimos, acudió al acontecimiento.

El otro aspecto, más sutil, menos evidente, me parece de gran trascendencia para el futuro de nuestra vieja civilización.

Casi por casualidad, me enteré que muchos de los jóvenes que marchaban hacia Madrid, iban a realizar una escala previa en Loyola, en la Casa de la Compañía de Jesús.

- ¿A qué?- pregunté a mi informante.

- A cantar, a orar, a discutir sobre el futuro del mundo, respondió mi interlocutor. Su respuesta me dejó perplejo.

- Así, sin más.

- Bueno, ellos intentan cambiar el mundo buscando la verdad, concluyó él, con naturalidad.

Perseguir la verdad

Tiempo más tarde oí una frase, al Padre Adolfo Nicolás[1], que me hizo recordar aquella conversación, “los sabios de todos los tiempos y todas las culturas han buscado cómo mitigar el sufrimiento humano y social: el dolor, la violencia, la guerra, la soledad, la falta de esperanza y de sentido.”  Era la frase que me faltaba, la que completaba aquella magnífica admonición que el Papa Benedicto XVI había lanzado a los profesores universitarios en las Reuniones del Escorial, durante las pasadas Jornadas Mundiales de la Juventud: “Os animo a no perder nunca sensibilidad e ilusión por la verdad; a no olvidar que la enseñanza no es una escueta comunicación de contenidos, sino una formación de jóvenes a quienes habéis de comprender y querer, en quienes debéis suscitar esa sed de verdad que poseen en lo profundo y ese afán de superación.” Estas son las frases que encierran la respuesta que curaría nuestra crisis de valores.

Nunca había pensado que la contestación a muchas de las preguntas, que nos hacemos cada día, se encontrara en algo tan sencillo como perseguir la verdad, antes y sobre, el mero conocimiento material.

Al fin he entendido el ejercicio de mis jóvenes desconocidos, aquellos que se reunieron en Loyola, buscaban la verdad para lograr mitigar el sufrimiento humano y social. Perseguían construir un mundo diferente, una sociedad que nos haga más libres, más humanos, más cristianos…

 

[1] Adolfo Nicolás S.J. Superior General de la Compañía de Jesús. Lección inaugural del Curso Académico 2011-2012 en la Universidad de Deusto (Bilbao)