Con la decadencia general del espíritu religioso en los siglos XIV al XV, se advierte en las diversas ramas de la orden benedictina y en casi todas las nuevas órdenes mendicantes una decadencia más o menos marcada. Aparte del ambiente general de las jerarquías y del pueblo cristiano, influían en esta decadencia monástica las grandes riquezas acumuladas en los monasterios, que fomentaban la ociosidad y todos los vicios. Incluso los grandes monasterios, como Cluny, Fulda, Raichenau, San Gallen, Bobbio y Monte Casino se resentían de este estado. Sin embargo, conviene observar que no era general ni absoluta esta relajación. Así, consta que los cartujos se conservaron en la observancia más estricta, y de algunos monasterios cluniacenses, cistercienses, conventos de franciscanos, dominicos, agustinos y otros religiosos consta que se observaba el mayor rigor.
Divisiones de los benedictinos
Uno de los hechos que observamos en este particular son las divisiones que se efectuaron en diversas órdenes antiguas, generalmente inspiradas en el deseo de reforma. Benedicto XII, hacia el año 1340, dio diferentes disposiciones para los cistercienses y otras órdenes. Según esto, dividió en treinta y seis provincias a la Orden de San Benito. Siguiendo el mismo plan de reforma, se formaron en el siglo XV diversas agrupaciones regionales, que se designaron como congregaciones.
Son dignas de mención la de santa Justina, en Padua, y la de Valladolid, en España. Algo más tarde se hizo célebre la de san Mauro, en Francia. Fue célebre también la de Bursfeld (Alemania), iniciada en 1433.
Los franciscanos
Dentro de la orden franciscana surgieron hombres extraordinarios que, sin ser oficialmente reformadores, contribuyeron a renovar su espíritu. Tales fueron: san Bernardino de Siena (+ 1444), quien hizo un fruto admirable con su predicación de penitencia; san Juan de Capistrano (+ 1456), discípulo suyo y heredero de su espíritu.
Pero al mismo tiempo se suscitaron de nuevo las antiguas cuestiones, que parecían ya desaparecidas, entre los franciscanos observantes y conventuales. Por eso se llegó a la separación definitiva, en tiempo de León X, en 1517.
Reformas de otras órdenes antiguas
Los canónigos regulares de San Agustín experimentaron algunas reformas. En el monasterio de Windesheim, Florencio Radewyn inició en 1386 una reforma, que tomó el carácter de una nueva obra que se extendió luego a toda Alemania y Holanda. A fines del siglo xv comprendía ochenta y seis monasterios de hombres y muchos de mujeres. Son dignos de mención en Alemania, Johannes Busch, quien reformó cuarenta y tres monasterios, y Nicolás de Cusa, que influyó en la mejora de muchos.
En la orden dominicana trabajaron de un modo especial en la reforma el maestro general Raimundo de Capua y Conrado de Prusia. A principios del siglo XVI se realizó una reforma eficaz en la provincia española.
Extraído de “Compendio de Historia
de la Iglesia” Bernardino Lorca S.J)