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Juan es el mensajero que prepara el camino del Señor

Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: 
- ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?, ¿una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver?, ¿un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios. 
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti». 
Os digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan. Aunque el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él. 
(Al oírlo toda la gente, incluso los publicanos, que habían recibido el bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los letrados, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos).

Comentario del Papa Francisco

Voz, no palabra, luz, pero no propia, Juan parece ser nadie. La vocación del Bautista: Rebajarse. Cuando contemplamos la vida de este hombre tan grande, tan poderoso cómo esta vida se rebaja hasta la oscuridad de una cárcel, comtemplamos un misterio enorme. La oscuridad del hombre de Dios evoca el testimonio de la beata Teresa de Calcuta. La mujer a la que todo el mundo alababa, el premio Nobel. Pero ella sabía que en un momento de su vida, largo, existió sólo la oscuridad dentro. También Juan pasó por esta oscuridad, pero fue anunciador de Jesucristo; no se aueño de la profecía, se convirtió en imitador de Jesucristo.