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Navidad junto al Niño Dios - La Basílica de la Natividad en Belén

Más adelante, cuando se hizo el reparto de las tierras entre las tribus del pueblo elegido, Belén quedó asignada a la de Judá y fue cuna de David, el pastorcillo elegido por Dios como segundo rey de Israel. A partir de entonces, Belén quedó unida a la dinastía davídica, y el profeta Miqueas anunció que allí, en esa pequeña localidad, nacería el Mesías.

A comienzos del siglo I, era una aldea que no contaría con más de un millar de habitantes. La formaban un reducido conjunto de casas diseminadas por la ladera de una loma y protegidas por una muralla en malas condiciones de conservación. Los vecinos aprovechaban las cuevas naturales como almacenes y establos o bien las excavaban en la ladera. En una de estas grutas nació Jesús, “porque no hubo lugar para ellos en la posada”.

En tiempos del emperador Adriano (76-138), las autoridades del Imperio edificaron templos paganos en varios enclaves –por ejemplo, el Santo Sepulcro y el Calvario– venerados por los primeros cristianos, con el propósito de borrar los vestigios del paso de Cristo por la tierra, provocando, justamente, el efecto contrario: su perfecta localización. Algo análogo sucedió en Belén, ya que el lugar donde nació Jesús fue convertido en un bosque sagrado en honor del dios Adonis.

En los primeros decenios del siglo siguiente, Orígenes atestigua que el lugar donde nació el Señor era perfectamente conocido en la localidad, incluso entre quienes no eran cristianos: “En armonía con lo que en los evangelios se cuenta, en Belén se muestra la cueva en que nació [Jesús] y, dentro de la cueva, el pesebre en que fue reclinado envuelto en pañales. Y lo que en aquellos lugares se muestra es famoso aun entre gentes ajenas a la fe; en esta cueva, se dice, nació aquel Jesús a quien admiran y adoran los cristianos”

La Basílica de la Natividad

La Iglesia de la Natividad domina el paisaje de Belén desde lo alto de una de las colinas que rodean la ciudad. Fue construida por orden de Santa Elena, la madre del emperador Constantino, alrededor del año 330 d. C.

No es mucho lo que se conserva de la primitiva basílica, porque fue saqueada y destruida durante una sublevación de los samaritanos, en el año 529. Cuando se restableció la paz, Belén fue fortificada, y el emperador Justiniano (482-565) mandó construir una nueva basílica, que se edificó en el mismo lugar de la primera, pero con mayores proporciones. Es la que ha llegado hasta nosotros. Se cuenta que los persas, que en el año 614 asolaron casi todas las iglesias y monasterios de Palestina, respetaron la basílica de Belén al encontrar en su interior un mosaico donde los Reyes Magos estaban representados vestidos a la usanza de su país.

El edificio presenta las características arquitectónicas de la basílica romana, y recuerda a la iglesia de San Pablo en Roma; el interior, dividido en cinco naves por columnas corintias y pilastras de mármol amarillo, aparece suntuosamente ornamentado. En algunos lugares, es posible contemplar los mosaicos que adornaban el pavimento de la primitiva iglesia constantiniana; en las paredes, también se han conservado fragmentos de otros mosaicos que datan de los tiempos de las Cruzadas.

Después de varias vicisitudes históricas, en 1347 se concedió a los franciscanos la custodia de la Gruta y la basílica. Actualmente siguen allí, aunque también detentan derechos sobre este lugar santo los ortodoxos griegos, sirios y armenios.

La gruta de Belén

El centro de esta gran iglesia es la Gruta de la Natividad, que se encuentra bajo el presbiterio: tiene la forma de una capilla de reducidas dimensiones, con un pequeño ábside en el lado oriental. El humo de los cirios, que la piedad popular ha puesto durante generaciones y generaciones, ha ennegrecido las paredes y el techo. Allí hay un altar y, debajo, una estrella de plata, que representa el cometa avistado por los Magos, señala el lugar donde Cristo nació de la Virgen María: “Hic de Virgine Maria Iesus Christus natus est” reza la inscripción en latín.

El pesebre donde María acostó el Niño, tras envolverlo en pañales, se encuentra en una capillita aneja. En realidad, es un hueco en la roca, aunque hoy está recubierto de mármol y anteriormente lo estuvo de plata. Las tablas del pesebre fueron llevadas a Roma por orden del Papa Sixto V (1585 a 1590), y se encuentra ahora en una capilla lateral de Santa María Maggiore, en Roma. Enfrente, hay un altar llamado de los Reyes Magos, porque tiene un retablo con la escena de la Epifanía.