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La juventud de Fernando Bulhôes

Vida de San Antonio

Esta vida tranquila y sus frecuentes visitas a la Catedral, donde tuvo lugar el conocido episodio de la tentación contra la pureza, que sufrió cuando subía por las escaleras del coro de la Catedral, y superó encomendándose a la Virgen María y trazando una Cruz en la pared; esta Cruz quedó grabada y puede contemplarse hoy en día.

En sus ratos de oración, Fernando procuraba escuchar los planteamientos que Dios le podía hacer sobre su vida futura, ellos le animaron a acercarse al Monasterio de San Vicente de Fora, situado en una de las montañas que rodean la capital portuguesa, un poco más arriba de donde se encuentra el castillo. Corría el año 1210 cuando Fernando entra en la Orden de los Canónigos Regulares de San Agustín, cuyos monjes y monasterios eran reconocidos por su alto nivel de preparación religiosa, que transmitían a los jóvenes que formaban en los mismos.

Canónigo de San Agustín

En este famoso monasterio pasó casi dos años, dedicado a la oración y a los de la teología y la Biblia.

La cercanía de la familia y de personas conocidas, que se acercaban frecuentemente al Monasterio a saludarle y a distraerle con los problemas del mundo, le hicieron comprender que el lugar no era el más adecuado para poder fijar su atención en la oración y el estudio como él quería. Por ello, tomó la decisión de solicitar de sus superiores la autorización para trasladarse al Monasterio de la Santa Cruz de Coímbra.

Una vez más, veremos otras muchas, Fernando Bulhôes, tiene que tomar decisiones, que modifican sus planes iniciales, para poder seguir el camino que Dios le marca, de entrega total a Su servicio.

Coímbra

No podía, en esos momentos, imaginar Fernando lo que iba a suponer en su vida la estancia en Coímbra.

En el nuevo Monasterio, lo mismo que en Lisboa, el canónigo, recién llegado, además de dedicarse a la oración y al estudio, compaginó estas actividades con aquellas otras que tenían que realizar los monjes, para atender las necesidades propias del Monasterio: limpieza y cocina, con la atención que requería la hospedería que regentaban.

Realizando las labores de atención de la hospedería, Fernando tuvo contactos con un grupo de los llamados Frailes Menores, Orden recién fundada, en Italia, por un joven de familia rica, que había tomado la decisión de vender todas sus riquezas, dárselas a los pobres y, vistiendo de sayal, dedicarse a dar gloria a Dios y ayudar a las personas necesitadas.

Estos frailes menores, que se habían instalado en el eremitorio de San Antonio de los Olivares, cerca de Coimbra, acudían a la hospedería del Monasterio de la Santa Cruz para recibir alimentos. De este grupo de Frailes Menores, cinco habían ido a Marruecos a predicar el Evangelio y fueron martirizados y muertos por orden del Sultán. Éste permitió al rey Don Pedro de Portugal, que, al regreso de una campaña en Marruecos, trajera consigo las reliquias de los santos frailes-franciscanos, que habían obtenido un glorioso martirio. Fernando se sintió profundamente conmovido a la vista de aquellas reliquias y nació en lo íntimo de su corazón el anhelo de dar la vida por Cristo.

Esta circunstancia, después de meditarlo algún tiempo, le anima a ingresar en los Frailes Menores, con la idea de ir a Marruecos a convertir a los infieles y, si fuera preciso, dar, también él, su vida por Cristo.

Fraile menor

Con gran pesar, el Superior de los Canónigo Agustinos le autorizó a marchar; la Comunidad de Frailes Menores le recibió con gran alegría, ya que además de acoger a un compañero más, Fernando era sacerdote, con lo que iban a tener una atención espiritual más completa. Cuando Fernando hace la profesión religiosa en la nueva Comunidad toma el nombre de Fray Antonio y deja a un lado el de Fernando, con el que se le había conocido hasta entonces.

Era el año 1220, que marcará un hito muy importante en la vida de San Antonio, que toma un nuevo rumbo, con el deseo de servir mejor a Dios y llevar el conocimiento del Evangelio a tierras de infieles.

Comité de Redacción