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Jesús expulsa a los mercaderes del Templo y elije a los Apóstoles

Jesús expulsa a los mercaderes del Templo y elije a los Apóstoles

Unos vendían bueyes, ovejas, palomas y otros cambiaban monedas. Vivamente indignado el divino Salvador ante tal espectáculo, hizo con varios cordeles unos azotes y expulsó del Templo a los vendedores, echando por tierra las mesas de los cambistas y gritando:‒ Escrito está: mi casa se llamará casa de oración; y vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.

¡Cuánto deberemos respetar nuestras iglesias, que son más dignas aún que el antiguo templo!

Elección de los Apóstoles

Una grande muchedumbres de hombres, atraídos por los luminosos milagros obrados por Jesús, hiciéronse discípulos suyos. Entre éstos escogió doce, conocidos comúnmente con el nombre de los doce Apóstoles. Son sus nombres: Pedro y Andrés, su hermano; Santiago el Mayor, y Juan el Evangelista, hijos de Zebedeo; Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás; Santiago el Menor, hijo de Alteo; Simón, apellidado el celoso, Judas Tadeo, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que más tarde hizo traición al Divino Maestro. A éstos se unieron más tarde otros setenta y dos discípulos, destinados también a la predicación del Evangelio.

Después de haber hecho esta elección, el Salvador nombró a Pedro jefe de los Apóstoles y de los discípulos, y luego dio comienzo a su maravillosa predicación.

Las Bienaventuranzas

La predicación del Salvador pude dividirse en razonamientos, parábolas y milagros. Indicaremos lo más importante. Al principio de su predicación el Salvador llevó a sus apóstoles a la cumbre de un monte. Una oleada de pueblo que le seguía se reunió a su alrededor para escucharle. En esta ocasión pronunció aquel admirable discurso, que se conoce con el nombre de Sermón del monte. Abraza en compendio toda la moral del Evangelio. Comenzaremos por las ocho bienaventuranzas:

1. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los Cielos.

2. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.

3. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.

5. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

6. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

7. Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

8. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos será el reino de los Cielos.

Historia Sagrada. San Juan Bosco.