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Final de una vida maravillosa

Vida de San Antonio

dirección espiritual, tanto en Italia como en Francia, San Antonio regresó definitivamente a Italia y estuvo presente en los capítulos de la Orden franciscana, siendo elegido ministro de la provincia del Norte de Italia, que abarcaba la Emilia Romaña y Lombardía.

En estos años, que van desde 1227 al 1230, San Antonio estuvo en Roma, predicando en la Basílica de San Juan de Letrán (Catedral de Roma), donde le escucharon el Papa Gregorio IX y la Corte pontificia. Como ya hemos relatado, San Antonio intervino, ante el Papa, en la defensa de la obligatoriedad de que la Orden franciscana cumpliera con el Testamento de San Francisco; esta discusión la resolvió el Papa con la publicación de la Bula “Quo elongati” (28.9.1230).

En Padua y Camposampiero

Al margen de su estancia en Roma, San Antonio, durante este tiempo, residió en Padua y en el eremitorio de Camposampiero, donde se cuenta que construyó una celda en lo alto de un nogal, a la que se retiraba a trabajar y rezar.

Camposampiero, a unos veinte kilómetros de Padua, era el eremitorio construido para los frailes por el conde Tiso; reemprendió la composición de los Sermones festivos mientras se dedicaba a la oración, que la abandonó durante la Cuaresma de 1231, para dedicarse con toda intensidad a la predicación, a la enseñanza y al sacramento de la penitencia.

En estos años se sitúa también, según algunos, la redacción de sus Sermones dominicales. En la Assidua, que describe el fruto de esta labor con palabras llenas de admiración y emoción, se dice: "Reducía a la concordia fraterna a los enemistados; restituía la libertad a los encarcelados; hacía devolver lo robado con usura o violencia... Rescataba a las meretrices de su infamante trato; y mantenía alejados de poner la mano sobre lo ajeno a ladrones famosos por sus delitos. Y así, transcurridos felizmente los cuarenta días, fue grande la cosecha de mies, agradable a los ojos de Dios, que con su celo recolectó".

El final de su vida

Después de la celebración del Capítulo de Asís (1230), San Antonio se retiró definitivamente de sus responsabilidades en la orden y recibió del Ministro general "completa libertad para dedicarse a la predicación”.

En el mes de Junio de 1231 cayó enfermo y sintió cercana la muerte, por lo que pidió a Fray Rogelio que le trasladara al eremitorio de Santa María de Padua, pero Fray Vinoto, que había salido a su encuentro, al verle tan enfermo, decidió llevarlo a Arcella, que se encontraba en un suburbio de Padua, donde vivía los frailes que atendían al convento de las Damas Pobres. Murió el 13 de Junio, después de haber recibido los santos sacramentos de la Penitencia y de la Unción, cantando el himno “O gloriosa Domina” y los salmos penitenciales, y exclamando “video Dominum meum” (veo a mi Señor). Fue enterrado el 17 de Junio en la iglesia de Santa María Mater Domini.

Glorificación de San Antonio

La noticia de su muerte se extendió rápidamente. Antes de un año, la intensidad del fervor popular, hizo que se diera inicio a su proceso de canonización, del que se ocuparon: el Obispo de Padua – Mons. Giacomo Conrado – el Abad de los benedictinos – Padre Jordano Sforzaté y el Prior de San Agustín – Padre Giovanni Schio da Vicenza.

El 30 de Mayo de 1232, día de Pentecostés, fue proclamado santo y canonizado con toda solemnidad en Spoleto, donde se encontraba la Curia papal, por el Papa Gregorio IX, que entonó la antífona de los doctores de la Iglesia, “O Doctor optime”.

La proclamación oficial de San Antonio como “Doctor capaz de iluminar a la Iglesia entera” la realizó el Papa Pío XII, a petición de la Sagrada Congregación de Ritos, el 16 de Enero de 1946, con la Carta apostólica “Exulta, Lusitania felix”.