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El Nacimiento del Señor

El pan de los ángeles se hizo leche para los pequeñitos a fin de que los pequeñitos se hiciesen ángeles. “Dejad, pues que los niños vengan a mí” para mamar hasta saciarse del pecho de sus consolaciones. Nótese que la leche es de sabor dulce y aspecto agradable. Así Cristo, en frase de Boca de Oro, con su dulzura atraía a los hombres, como el imán atrae el hierro. Él dice en el Eclesiástico. “Los que me coman quedarán con hambre y los que me beban quedarán con sed”. Es también de agradable aspecto; “que los ángeles desean contemplar”.

“Se cumplieron los días del parto”. Esta es la plenitud de los tiempos, el día de la salvación, el año con toda suerte de bienes. Pues desde el pecado de Adán hasta la venida de Cristo fue tiempo vacío, por eso dice Jeremías: “Miré la tierra y he aquí que estaba vacía y como nada”, porque el diablo lo había devastado todo, día de dolor o de enfermedad (como leemos en el Salmo: Resolviste todo) su lecho en su enfermedad, año de maldición, según la expresión del Génesis: “Por ti será maldita la tierra”. Pues hoy se cumplieron los días de su parto. “De la plenitud de este día hemos recibido todos. Por eso se dice en el Salmo: “Seremos colmados de los bienes de tu casa. A ti, Virgen Santísima, alabanza y gloria, porque hoy estamos saciados con la bondad de tu casa, es decir de tu vientre. Nosotros, antes vacíos, ahora estamos llenos; antes enfermos, ahora sanos; antes malditos, ahora benditos, porque como se dice en los Cantares: “Tus renuevos, un paraíso”.

Sigue: “Y dio luz a su hijo primogénito. Esta es la bondad, éste es el paraíso. Corred, pues, hambrientos, avaros y usureros, para quienes el dinero vale más que Dios. “Venid aun los que no tenéis dinero”, comprad el grano de trigo que hoy la Virgen sacó del granero de su vientre. Ha dado luz a un hijo. ¿Qué hijo? A Dios, el Hijo de Dios. ¡Oh tu, más feliz que ninguna mujer feliz, que diste un Hijo a Dios Padre! ¿Cuál no sería la gloria de una pobrecita mujer si hubiese dado un hijo a un emperador mortal? ¡Cuánto mayor con mucha diferencia no va a ser la gloria de la Virgen que dio un Hijo a Dios Padre! Y “dio a luz a su Hijo”. El Padre dio la divinidad; la Madre, la humanidad; el Padre, la majestad; la Madre, la debilidad. “Dio a luz un Hijo”, Emmanuel, Dios con nosotros. ¿Quién, pues, contra nosotros? Como dice Isaías: “Puso en su cabeza el casco de la salvación”. El casco es la humanidad; la cabeza, la divinidad. La cabeza oculta bajo el casco es la divinidad bajo humanidad. Por tanto no hay que temer. De nuestra parte está la victoria, porque con nosotros está Dios armado. Gracias te sean dadas, Virgen gloriosa, pues por ti está Dios con nosotros. “Dio a luz a su Hijo primogénito”, es decir, engendrado del Padre antes de todos los siglos, o “primogénito de entre los muertos, o entre muchos hermanos”.

Sigue: “Y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre”. ¡Oh pobreza! ¡Oh humildad! El Señor del universo es envuelto en pañales; el rey de los ángeles es acostado en un establo. ¡Avergüénzate, insaciable avaricia! ¡Consúmete soberbia del hombre! “Le envolvió en pañales”. Advierte que Cristo al principio y al fin de su vida fue envuelto en paños. “José, dice San Marcos, compró una sábana, lo bajó, y lo envolvió en la sábana” ¡Dichoso aquél cuya vida acabe en la inocencia bautismal! El viejo Adán, cuando fue arrojado del paraíso, “vistió una túnica de pieles”. Ésta, cuanto más se lava, más fea se pone. El nuevo Adán, en cambio, fue envuelto en pañales, cuya blancura nos representa la pureza de su Madre, la inocencia bautismal y la gloria de la resurrección general. “Y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para Él en el mesón. Aquí tienes, como se dice en los Proverbios, a “la cierva carísima y al gratísimo cervatillo”. En Ciencias Naturales se dice que la cierva pare en camino trillado. Así la Virgen Santa dio a luz en el camino “por no haber posada”. Posada se dice en latín “diversorium”, porque se llega allí por diversos caminos.

(Sermones festivos – Natividad del señor)