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Conversión de otros pueblos germanos

Frisia y Sajonia. Ante todo, siguió la evangelización de Frisia, cuyo centro fue Utrecht. En ella trabajaron San Lebuin, San Willehad y otros a fines del siglo VIII. Liudgero vio terminada la obra hacia el año 800.

Sajonia, al Norte de Alemania, después de muchas dificultades y levantamientos contra Carlomagno, se convirtió en masa, después de vencida en 797 por él. Los misioneros Willehaá y Liudgero contribuyeron a afianzar esta conversión.

Países escandinavos.  Se inició su conversión después de la conquista completa de Sajonia. Dinamarca, después de inútiles tentativas, fue evangelizada a mediados del siglo IX por San Ansgario, el apóstol del Norte. Nombrado obispo de Hamburgo y luego legado apostólico, trabajó incansablemente hasta su muerte, en 865. San Rimberto continuó su obra. Canuto I, el Grande, la consolidó en el siglo XI, y Canuto II, el Santo, la completó todavía. Suecia recibió la primera luz del Evangelio, por medio de San Ansgario; pero el cristianismo no se afianzó hasta el siglo XI, en que el rey Olaf llamó a algunos misioneros.

Noruega recibió el Evangelio en el siglo X por medio de monjes ingleses invitados por el rey Hacon el Bweno. Olaf Trigvason y Olaf, el Gordo, (995-1030) lo consolidaron definitivamente. En el siglo XI se introdujo también la fe cristiana en Islandia y Groenlandia.

Pueblos orientales de Europa. El Evangelio se introdujo en estos pueblos a partir del siglo XII. Los croatas fueron evangelizados por algunos misioneros enviados por el emperador Heraclio (610-641). Los servios fueron convertidos por un sistema semejante.

Los territorios de Carintia y Estiria fueron evangelizados por misioneros procedentes de Baviera. La Moravia fue evangelizada en el siglo IX, después de declarar obediencia a Ludovico Pío. Pero su conversión definitiva se debe principalmente a sus apóstoles San Cirilo y San Metodio, desde 864. Su protector fue el duque Ratislavo.

Bulgaria fue evangelizada en diversas ocasiones desde el Imperio bizantino. Su rey Boris, en tiempo de Focio, fue bautizado el año 864. Luego fue incorporada a la Iglesia cismática oriental.

Bohemia inició su conversión por el país de los checos en 845. Algunos misioneros de Baviera, y San Metodio desde Moravia, adelantaron su evangelización, hasta llegar, en 879, al bautismo de los duques. El piadoso príncipe Wenceslao fue asesinado por su hermano Boleslao I; pero éste, bajo la presión de Otón I, tuvo que favorecer el cristianismo, que pudo afianzarse con Bolesiao II, el Piadoso (967-999).

Polonia recibió la primera semilla cristiana en el siglo x por el matrimonio de su duque Miecislavo (964-992) con una hija católica de Boleslao I de Bohemia. Al bautizarse el duque, en 966, se inició la evangelización en toda forma, que luego siguió rápidamente. Quien más contribuyó fue Casimiro I.

Hungría, el reino de los magiares, vencido por Otón I, en 973 se abrió al Evangelio de Cristo. Pero su conversión no se consolidó hasta el reinado de Esteban, el Santo (996 1038).

Prusia no vio la primera luz del Evangelio hasta el siglo X. Los primeros intentos de Adalberto de Praga, en 997, y otros misioneros, fracasaron. Su conversión se realizó en el siglo XIII por medio de una conquista militar realizada por los caballeros teutónicos. Los dominicos y otros religiosos completaron la obra.

Rusia fue evangelizada por vez primera por iniciativa de los patriarcas de Constantinopla, a mediados del siglo X. Bautizada Olga en 935, Otón I envió misioneros, que fracasaron en su obra. Pero el nieto de Olga, Wladimiro, desde 988 pudo introducir definitivamente el cristianismo por medio de misioneros bizantinos.

Compendio de Historia de la Iglesia Católica

Bernardino Llorca, S.J.