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Contra el retorno del Nihilismo

Escritor

Si bien el nihilismo siempre ha sido una tentación para el orgullo del ser humano, se generalizó como pensamiento social como consecuencia de los inventos utilitarios de la Industrialización. Llamado la ideología de la nada, alcanzó gran popularidad de la mano del pensamiento pesimista de Schopenhauer y Nietzsche. La idea de que “todo en la vida del ser humano le conduce a la decepción”, logró muchos adeptos entre los miembros de una juventud que pensaba había alcanzado la etapa en la que el hombre era capaz de sustituir la idea de Dios y acabar con la espiritualidad en favor del materialismo.

El grito nacía como respuesta a la excesiva regulación en la que se desarrollaba nuestra existencia. Los sucesivos movimientos de protesta, realizados por la juventud, criticaban el ejercicio del poder siguiendo pautas antiguas, la corrupción social que nos rodeaba y el agotamiento de los comportamientos tradicionales con los que convivíamos en una Sociedad en mutación. La respuesta no era original pero sí alternativa. Se pretendía implantar modelos de comportamiento que carecieran de valores espirituales, que no tuvieran otro apoyo que las cosas que se pudieran ver y tocar. La inmediatez de las ideas, la inexistencia del futuro como depósito de esperanza.

Callejón sin salida

Parece que hayamos regresado al pasado. Una propuesta acuñada hace muchos años se erige ante nosotros mostrándonos su aspecto más radical. Sus antepasados del siglo XIX, sin pretenderlo o, mejor dicho, contra su pretensión, invirtiendo el sentido de algunas ideas de los cultos arios de la India, crearon una nueva religión en la que se rendía culto a la Nada. En un mundo en el que no había lugar para los sueños, la poesía o la espiritualidad, la materia se erigía en el máximo objetivo de una civilización que había nacido para gozar antes de alcanzar su previsible final. El “Carpe Diem” se instituyó en principio fundamental de lo que se definía como una nueva raza de hombres y mujeres que soñaban encontrar y encontrarse en la angustia vital, las drogas y la desesperación.

Su afirmación de acabar con los dogmas habituales que defendían las religiones tradicionales para, sobre sus ruinas, construir una Sociedad más libre; liberada de prejuicios dogmáticos, los condujo a un callejón sin salida en cuyo fondo sólo había una pared blanca y desnuda. Los anarquistas del siglo pasado encontraron, en esta ideología que negaba todas las ideologías, su fuente de inspiración.

Fracaso de la Revolución

La obra más acabada del nihilismo fue la Revolución rusa de 1918. En el cenit del materialismo se pretendía recrear un nuevo hombre, una nueva mujer. Sin esperanza ni creencias, su destino era luchar en un sistema cerrado que buscara el bienestar material de quienes compartían la idea. El materialismo se hizo famoso y su llama prendió en muchos corazones. Su rotundo fracaso no merece ser comentado.

Realizaba un viaje de trabajo a la Unión Soviética en el momento de su plena descomposición. La visión de sus ciudadanos me desalentó tanto que creí hallarme en un submundo de ficción. Las nuevas instituciones creadas por los patriarcas del nihilismo habían desaparecido. El alcohol era la única medicina recetada a una sociedad que no creía en nada ni en nadie. La situación, totalmente deprimente, era incapaz de determinar las causas de su fracaso. No sé bien porqué, pensé en Hammurabi y su código legal. El ser humano necesita una estructura en la que apoyarse, aunque en ocasiones nos parezca excesiva, incómoda, injusta e inacabada. Es precisamente, esta imperfección la que nos da esperanza y nos ayuda a seguir trabajando en favor de la justicia, el amor y el bienestar de quienes nos rodean. El ser humano sigue siendo un ser imperfecto necesitado de espiritualidad y compañía.

Recuperar la espiritualidad

El nihilismo basaba sus iniciativas en la no solución, su camino en la ausencia de camino, su doctrina, en el final de todas las instituciones. La indeterminada construcción deconstructiva del nihilismo conducía, al ser humano, al absurdo. La materia se agota en sí misma. Nuestros valores precisan de revisión no de destrucción. La búsqueda de la verdad en el vértigo de la Nada es un camino inútil en su propio planteamiento. La nada carece de contenido. El esfuerzo por recuperarla es, por su propia definición, baldío.

Cada vez que alguien abandona la esperanza de ayudar a la construcción de un mundo más feliz, más humano y más justo, percibe que le oprime la vaciedad de la Nada. La recuperación de la espiritualidad nos ayuda a levantar la mirada al cielo. Es el cúmulo de cosas que desconocemos lo que nos hace perfectibles. La búsqueda de esa imposible perfección nos ayuda a ser más humildes y más deseosos de identificarnos con una Verdad que se levante sobre nuestra cotidianeidad.

Es la necesidad de caminar en la búsqueda de nuevos caminos que nos permitan participar en la construcción de una Sociedad más justa la que nutre nuestra esperanza, la que alimenta nuestra espiritualidad, la que nos ayuda a seguir luchando, con la ayuda de Dios, por un mundo mejor que el que habitamos.