El cariño y la confianza se transmite mediante la calidad de los encuentros. Los momentos en los que estamos juntos, deben ser momentos en los que se para el mundo. La atención debe concentrarse en la otra persona: el marido, la mujer, esta hija, este hijo…

Hoy se tiende a pensar que la fórmula mágica, la solución a todo, está en la técnica y en los métodos y que si transvasamos esta fórmula a las relaciones familiares, tendremos éxito. Craso error. 

Decíamos el mes pasado que es importante reflexionar en los motivos por los que hacemos las cosas y ayudar a los hijos en esa misma dirección. Estamos motivados cuando tenemos la voluntad de hacer algo y, además, somos capaces de perseverar en el esfuerzo que ese algo demanda para conseguir los objetivos que nos vamos marcando.

Hoy propongo fijarnos en tres aspectos que ayudan a la transmisión de los valores en la familia: la comunicación ha de ser positiva, creativa y debe aspirar a buscar puntos de acuerdo en situaciones de conflicto.

Ser amable es imitar la actitud de Dios. En Dios, la amabilidad se manifiesta en el acto de crear, mirar lo creado y conservarlo con su amor infinito.

Es muy bueno tener interiorizado el 'no puedo tener miedo a que el bebè llore' y, cuando lo haga, no es urgente 'cogerlo inmediatamente en brazos y acunarlo'.

Los lóbulos frontales adquieren su desarrollo completo entorno a los 18 años. Hasta esa edad no se consigue un control perfecto de la conducta.