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Ciro pone en libertad a los hebreos

Ciro pone en libertad a los hebreos

 Esparcida tan buena noticia, cuarenta mil hebreos, seguidos por Josué, sumo sacerdote, y por Zorobabel, jefe de la tribu de Judá, volvieron a Jerusalén, y aunque quedaron2013-02-02-tumba-de-ciro-ii-el-grande-en-pasargada-iran bajo el dominio del rey de Persia, tenían amplias facultades para elegir sus pontífices, sus capitanes y magistrados. Al llegar a su patria fue su primer cuidado echar los cimientos del nuevo templo. (Año del mundo 3468)

Reedificación del Templo Palabras de Ageo

Después de empezado el nuevo templo, los enemigos del pueblo de Dios hicieron demorar su reconstrucción, por muchos años, hasta que subió al trono de Persia otro rey, llamado Darío. Este favoreció mucho a los hebreos y, con un edicto especial, prohibió que se les molestase, permitiéndoles reanudar los trabajos de edificación. En cuatro años se ultimó la obra del templo, y se hizo su más solemne dedicación. Pero los hebreos, que por tan largo y penoso cautiverio habían sido reducidos a extrema pobreza, no pudieron construir el segundo templo con el esplendor y magnificencia del primero. Por este motivo, los ancianos que habían visto el de Salomón, lloraban sin consuelo al ver el nuevo templo muy inferior a aquél. Los consoló sin embargo el Señor, enviándoles al profeta Ageo, que reanimó su valor y les aseguró que el nuevo templo sería más glorioso y célebre que el primero porque sería honrado con la presencia del Salvador. He aquí las palabras del profeta:

Animaos, dice el Señor, y trabajad aún un poco más de tiempo, y vendrá el deseado de las naciones. Yo llenaré este templo de gloria, y sobrepujará la del primero y en este lugar daré la paz, esto es, toda bendición, por medio del salvador que vendrá a visitaros.

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Los doce profetas menores

Además de los cuatro profetas mayores, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, suscitó Dios otros doce, de los cuales se conservan escritas las profecías. Se llamaron menores porque sus escritos son pocos en comparación de los que dejaron los cuatro primeros.

Estos profetas florecieron en un periodo de cuatrocientos nueve años, y muchos de ellos desempeñaron, durante todo un siglo, el ejercicio de su ministerio. He aquí sus nombres, según el orden de la Biblia, no en el cronológico que tiene:

1)         Oseas profetizó bajo Roboam II, rey de Israel, y predicó casi un siglo entero, habiendo empezado ochocientos veinticinco años antes de Jesucristo             .

2)         Joel, aunque no se sabe a punto fijo bajo qué reyes predicó, parece, sin embargo, que fue contemporáneo de Oseas, esto es, unos ochocientos años antes de Jesucristo.

3)         Amós profetizó bajo el reinado de Ozías, rey de Judá, cerca de setecientos años antes de la venida de Cristo.

4)         Abdías no ha indicado su tiempo, pero se cree que haya sido también contemporáneo de Oseas.

5)         Jonás empezó a profetizar desde muy joven, puesto que predijo a Joás, rey de Israel, cuando este reino gemía bajo la opresión de los sirios, que sería rescatado por su hijo Jeroboam II. Su misión en Nínive tuvo lugar más tarde.

6)         Miqueas profetizó bajo Joatán, setecientos cincuenta años antes de Cristo. Indicó claramente que el Salvador nacería en Belén.

7)         Nahum vivió por los años setecientos cuarenta antes de Cristo, bajo el rey Acaz.

8)         Habacuc fue contemporáneo de Jeremías y de Daniel, 600 años antes de Cristo.

9)         Sofonías vivió también por el mismo tiempo.

10)     Ageo profetizó quinientos nueve años antes de Cristo. Terminado el cautiverio de los hebreos,   contribuyó mucho, animando con sus exhortaciones, a la reedificación del templo.

11)     Zacarías fue contemporáneo de Ageo. Habla con mucha claridad de Cristo, a quien precedió quinientos años.

12)     Malaquías fue el último de los profetas y después de él no apareció otro hasta San Juan Bautista, vaticinado por él en sus profecías

13)     Todos estos santos varones demostraron con sus profecías que estaban animados de un mismo espíritu y que su misión era reprochar con igual energía los pecados de los hombres y prometer con igual certidumbre el anhelado Mesías o Salvador del mundo.