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Breve recapitulación

Cierto es que Fernando siempre tuvo una clara inclinación a entregarse al servicio de Dios y de su Iglesia, con un gran espíritu misionero, que se incrementó durante su estancia en Coimbra y ver la llegada de los mártires franciscanos, que habían ido a convertir a los musulmanes a tierras marroquíes.

Tampoco podemos perder de vista que, en su afán por ser fiel a los planes de Dios para con su vida, mientras estuvo en el noviciado de los Canónigos agustinos de Lisboa, se entregó de lleno al estudio de la Doctrina católica, lo que le permitió adquirir, desde joven una magnífica preparación.

Afán misionero

Su admiración por los frailes, que había entregado su vida a Dios, sufriendo martirio a manos de los musulmanes, le impulsó a desear ir a tierras de infieles, en ese momento Marruecos, donde los misioneros eran perseguidos y martirizados, por predicar el Evangelio.

Si pensamos en estos primeros años de la vida de San Antonio, ya podemos sacar algunas conclusiones prácticas para nuestras propias vidas y, de esa manera, reforzar nuestra devoción y admiración por San Antonio que, además de interceder ante Dios por nosotros en momentos de dificultad, nos muestra un camino seguro para preservar nuestra fe y ayudarnos en su conservación, tanto a nosotros como a nuestros familiares y amigos.

Recapitulando

San Antonio desde pequeño quiso evitar el pecado, ofender a Dios; recordemos como venció la tentación de impureza del demonio, estando en la Catedral de Lisboa y como rápidamente acudió a Dios, trazando una Cruz en la pared, para que le ayudara a vencerla.

Asimismo eligió el estado religioso para mejor servir a Dios, pese a la resistencia que para ello encontró en sus familiares, que pensaban más en las glorias y honores del mundo, que en la entrega al servicio del Rey Eterno. San Antonio no dudó en seguir el camino, que como hemos visto tuvo sus frutos en su predicación en Italia y en su misión contra los herejes en Francia.

Tuvo su intento, frustrado por la enfermedad, de evangelizar a los musulmanes en Marruecos, ya que por esa circunstancia tuvo que volver a Portugal, a donde no llegó a causa de la tempestad, que obligó al barco que le llevaba a recalar en Sicilia (Italia).

Vemos como en tan poco tiempo, unos pocos años, Dios fue ajustando los planes de Antonio a los suyos, y como aquel fue aceptando las nuevas circunstancias con espíritu de obediencia, sin rebelarse nunca a los nuevos planes de Dios.

En vez de predicar a los musulmanes en Marruecos, después de algunos años en Italia, Antonio fue, por encargo del Papa a San Francisco de Asís, para que los Frailes Menores fueran a Francia, a combatir a los herejes albigenses y recuperar pata la Iglesia católica y los pueblos, que habían caído en la trampa de la herejía.

Regreso a Italia

Dejamos, en nuestro número a Abril a San Antonio predicando en el sur de Francia, luchando contra la herejía, y procurando que las gentes fueran conscientes de la necesidad de regenerar las costumbres, a fin de que las buenas costumbres y la fe volvieran a reinar en las personas, la familia y la sociedad.

Después de esta breve recapitulación sobre lo mucho que consiguió San Antonio en tan pocos años, nos acercaremos de nuevo a su actividad, ya en Italia, donde le fueron encomendadas nuevas responsabilidades, tanto dentro de los Frailes Menores, como en la Iglesia, donde su vida y milagros iban consiguiendo frutos tanto espirituales como materiales, ya que estos son muchas veces, por no decir siempre, consecuencia de aquellos.

 (Preparado por el Consejo de Redacción de EL PAN DE LOS POBRES)