Usted está aquí

Vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, y luego sígueme

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: 
- Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 
Jesús le contestó: 
- ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. 
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. 
Él replicó: 
- Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. 
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: 
- Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme. 
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. 
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: 
- ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! 
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. 
Jesús añadió: 
- Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. 
Ellos se espantaron y comentaban: 
- Entonces, ¿quién puede salvarse? 
Jesús se les quedó mirando y les dijo: 
- Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.