En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice:
- Sígueme.
Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice:
- Aquél de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.
Natanael le replicó:
- ¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Felipe le contestó:
- Ven y verás.
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
- Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.
Natanael le contesta:
- ¿De qué me conoces?
Jesús le responde:
- Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
Natanael respondió:
- Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.
Jesús le contestó:
- ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.
Y le añadió:
- Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
Comentario del Papa Francisco
La experiencia de los Magos nos exhorta a no conformarnos con la mediocridad, a no “ir tirando”, sino a buscar el sentido de las cosas, a escrutar con pasión el gran misterio de la vida. Y nos enseña a no escandalizarnos de la pequeñez y de la pobreza, sino a reconocer la majestad en la humildad, y saber arrodillarnos frente a ella… Hoy será bueno que nos repitamos la pregunta de los Magos: “¿Dónde está eñ Rey de los judíos que ha nacido? Por que hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2,2). Nos sentimos urgidos, sobre todo en un momento como el actual, a escrutar los signos que Dios nos ofrece, sabiendo que debemos esforzarnos para descifrarlos y comprender así su voluntad. Estamos llamados a ir a Belén para encontrar al Niño y a su Madre. Sigamos la luz que Dios nos da.