Si quieres ser una persona equilibrada y madura tienes que esforzarte en conocerte bien y en que alguien te oriente en cómo trazar un perfil de carácter acorde a tus posibilidades.
Para educarte a ti mismo, tienes que empezar por dibujar ese perfil de la personalidad a la que aspiras. Es parecido al planteamiento que haces cuando quieres conseguir –en lo académico– un determinado nivel para ingresar en una universidad. Optas por hacer un master, aprender determinados idiomas o apuntarte a un curso “on Line” para adquirir un
nivel que te facilite la admisión en dicha universidad.
En este proceso de conocerte mejor te puede servir la lectura de algún libro, el consejo de alguna persona con criterio y bastante reflexión personal por tu parte.
Para empezar bien el reto, te recomiendo dos libros que pueden facilitarte dicho conocimiento. Ambos son del mismo autor y fáciles de leer. Se titulan “Cómo educar el carácter” y “Carácter y valía personal”. Su autor es Alfonso Aguiló.
Hay mucha literatura sobre lo que, en nuestra personalidad, es fruto de la herencia que genéticamente hemos recibido de nuestros padres y lo que adquirimos a través de la educación. A esto, habría que añadir lo que vas configurando a golpe de decisiones personales que, cuando son coherentes, tienen una enorme repercusión positiva y acierto en la construcción de tu carácter.
Tanto el ejercicio de forjar tu personalidad, proponiéndote metas, como el trato que has recibido en tu familia, en el colegio y a través de tus amigos, han dejado una huella en la formación de tu carácter.
Reflexionar sobre ello puede servir, también, para conocerte mejor y comprobar que tienes en tus manos un potencial que puedes desarrollar con acierto.
Al mismo tiempo, es bueno que contemples que tus aspiraciones deben ser acordes con tus posibilidades. ¡Cuántas veces unas falsas expectativas han echado por tierra todo un potencial al haberse visto bañado por unas “posibilidades ficticias”, no reales! Por eso, la conversación con otras personas con criterio, te servirá para descubrir tus cualidades: tus talentos (puntos fuertes) y tus debilidades, que tendrás que aprender a aceptar porque forman parte de tu yo. Ten presente que a lo óptimo sólo se llega contando con lo que es real.
De ahí, la importancia que tiene saber que es un error querer ser por comparación como “ese personaje que nos hechiza”. A lo que debes aspirar es a ser tú mismo, con tu idiosincrasia. Y lo que sí debes hacer es apuntalar los puntos fuertes de tu temperamento
para, apoyándote en ellos, trabajar los puntos débiles y progresar en la madurez a corto, medio y largo plazo. Ese es el ámbito donde debes intervenir proponiéndote pequeñas metas a conquistar. De esta forma, superarás esos defectos que pueden llegar a dominarte y dañar tu vida personal, profesional y familiar.