Usted está aquí

Sentimiento de valía

Cuando los hijos son pequeños rara vez ponen en tela de juicio si las expectativas de sus padres y profesores son acertadas o desacertadas. En cambio, sí que dudan de su aptitud personal y, puestos a valorar, es bueno saber que esas expectativas se traducen en unas reacciones en padres y profesores que son más determinantes, a la hora de edificar la autoestima, que la posesión de distintas habilidades que el niño o la niña pueda tener.

Una autoimagen negativa suele derivar en actitudes de menosprecio a los demás. La persona que no se siente competente, necesita creer que los demás son menos que ella y así, el subconsciente la lleva a fijarse sólo en los errores y fallos de los que le rodean. Y ¿cuál es el fin? Convencerse a sí misma de que ella es mejor. Por eso, trata de elevar su autoestima de una forma errónea: fijándose en los fallos de los otros. Pero los fallos de los demás, al niño no le mejoran ni empeoran, porque la seguridad en sí mismo es la consecuencia del nivel de satisfacción que se tiene como consecuencia de lo que se hace. Por lo tanto, del resultado que se obtiene del hacer personal, no del hacer de los otros.

Se puede decir, entonces, que el sentimiento de valía crea una actitud que si cristaliza en positivo, lleva a tener una predisposición para disfrutar con los retos de la vida, a contemplar, esta, desde una perspectiva esperanzadora intentando superar los problemas con iniciativa y de forma creativa. Por el contrario, si cristaliza en negativo, lleva a angustiarse y abrumarse ante cualquier problema ya que, como el zoom de la cámara de fotos, enfoca la atención sólo en lo negativo de la situación.