El mes pasado proponía como un buen programa para trabajar en la familia: ganar en amabilidad, coherencia, disposición a la escucha, comprensión y aprender a sintonizar con el objeto de evitar el desgaste de la autoridad.

Obedecer porque no queda otra, no es obedecer. Es hacer algo movidos por la fuerza, la amenaza o el miedo.

De la misma forma que se aprende a andar dando el primer paso, se aprende a mirar de otro modo concentrando el esfuerzo en fijar la atención en lo que verdaderamente facilita la convivencia.

Voy a intentar dar dos pautas para que cuando -un padre, una madre- se sienta con el ánimo bajo, disponga de estas ideas-fuerza para motivarse de nuevo y no tirar la toalla en esa tarea de educar.

Es falso el dicho de “para tener buenos amigos basta con ser animado, simpático o tener gracia para contar chistes”. 

Con este artículo concluyo la tormenta de ideas que puedan enriquecer “la educación de los hijos aportando referentes sólidos”.

En un artículo anterior escribí sobre “cómo aportar a los hijos referentes sólidos” y, releyéndolo, veo que es muy esquemática la exposición que hice debido a la limitación del espacio.