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San Isidro Labrador

El milagro del pozo. Alonso Cano 1638-1640

La historia es parca en la biografía de San Isidro. No así la tradición que se ha mantenido fresca a lo largo de los siglos y lugares donde vivió.

Isidro nace probablemente el 4 de abril de 1082, festividad de San Isidoro y por eso le ponen de nombre Isidro (o Isidoro). Al poco tiempo Alfonso VI conquista Madrid, que se hallaba en poder de los musulmanes.

La primera biografía del Santo es el manuscrito de Juan Diácono, de mediados del siglo XIII. Un documento de gran valor, pues el autor pudo hablar con personas que habían conocido al Santo. En él se narran cinco de los 400 milagros que se le atribuyen, los más famosos sin duda.

El milagro del pozo

Al parecer, mientras San Isidro se encontraba trabajando en el campo, su hijo Illán cayó en el interior de un profundo pozo, que había en la casa de Iván Vargas, donde ellos vivían. ando llegó se encuentra a su mujer, desesperada. Ambos se ponen a rezar junto al pozo y, al poco, el nivel del agua comienza a subir hasta el brocal, devolviendo al niño sano y salvo. El pozo se conserva en el interior del Museo de San Isidro, en la Plaza de San Andrés, que ocupa el solar de la casa de Iván Vargas.

Aparición de fuentes y manantiales

Son varios los pozos que se atribuyen al santo madrileño, pero la fuente más famosa es la de la pradera de San Isidro.

Un día que el santo estaba cumpliendo con sus labores del campo, recibió la visita de su señor, Iván de Vargas, quien le pidió un poco de agua para beber ya que era un día muy caluroso y el año de sequía. El santo cogió su cayado y golpeó el suelo diciendo: “Cuando Dios quería, aquí agua había”. En aquel mismo instante comenzó a brotar agua del suelo.

Tras su muerte se erigió junto a la fuente una pequeña capilla, que en 1528, fue reedificada por la Emperatriz doña Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, en agradecimiento por haber recobrado la salud el príncipe Felipe, al beber agua de la fuente. El 15 de Mayo los madrileños acuden a la Pradera de San Isidro en verdadera romería.

Los ángeles en el arado

Se cuenta que con motivo de la visita que San Isidro realizaba todas las mañanas a los templos de Nuestra Señora de Atocha o Santa María de la Almudena, su llegada al trabajo siempre se demoraba. Este hecho fue denunciado por unos criados de don Iván de Vargas quien acudió para comprobar la acusación. Y en efecto, Isidro llegaba tarde. Pero cuando fue a reprenderle, distrajo su mirada por un momento y vio que junto a la yunta de Isidro, labraban la tierra otras dos, con ritmo vigoroso, guiadas por resplandecientes figuras, haciendo que el rendimiento del trabajo fuera mayor.

Milagro del Molino

En un frío invierno, San Isidro junto con su hijo se acercaron a un molino para obtener un poco de harina. Viendo, sobre un árbol, una bandada de palomas que parecían tener hambre y frío, decidió detenerse, despejar el suelo de nieve y ofrecer parte de su trigo a las palomas para que pudieran comer. Al llegar al molino y moler los granos, sus sacos se llenaron milagrosamente mucho más de la cantidad que llevaban.

Comida para los pobres

Otro episodio milagroso es el de la llamada “olla de San Isidro”. El buen labriego atendía a cuantos necesitados acudían a su puerta pidiendo algo para comer. En cierta ocasión, su olla estaba vacía y en esto se presenta un pobre. Isidro mira a su esposa y le pide que la traiga… milagrosamente aparece llena.

Estos cinco milagros están plasmados en la llamada Arca Mosaica, mandada confeccionar por el rey Alfonso VIII, en 1213, en agradecimiento por su oportuna aparición, como pastor, en la batalla de las Navas de Tolosa.

Cuerpo incorrupto

San Isidro Labrador murió en 1172, a los 90 años de edad. Fue enterrado delante de la iglesia de San Andrés, en un terreno que se utilizaba como cementerio. Se amortajó su cuerpo con un sencillo sudario y se le introdujo en una fosa de tierra, sin ataúd alguno que protegiese el cadáver. Su tumba fue inundada frecuentemente por las lluvias durante 40 años. En 1212 sus restos fueron exhumados y para admiración de todos, el cuerpo estaba intacto. Aquel día, además, durante la exumación y traslado, se produjeron curaciones de ciegos y tullidos y las campanas de San Andrés repicaron solas.

El propio rey Alfonso VIII quiso visitar los restos de tan afamado varón, y se quedó petrificado cuando reconoció en los rasgos del cadáver los del pastor, de 1,80 m de estatura, que había guiado a su ejército en Sierra Morena antes del encuentro con los almohades. En agradecimiento, mandó confeccionar la llamada Arca Mosaica, en la que están plasmados los cinco milagros anteriormente relatados y en la que permaneció hasta su beatificación, en 1620, cuando el gremio de plateros de Madrid le ofreció una nueva arca y su cuerpo fue trasladado al altar mayor de la Colegiata de San Isidro, en la calle Toledo.

Remedio en las necesidades

Desde su descubrimiento, el cuerpo incorrupto de San Isidro se consideró una reliquia capaz de sanar cualquier mal. Cuando los campos se secaban después de pertinaces sequías, o en las epidemias, se sacaban sus restos en procesión. Nobles y plebeyos acudían a él y sanaban. Fue el caso del propio príncipe Felipe (II), del Rey Felipe III o Carlos II.

Pero los tiempos parecen haber cambiado… Se deja solo y encarcelado a Dios en el sagrario, y olvidados en sus altares o sepulcros a los santos que siempre obraron prodigios en la necesidad.

Datos útiles:

– Museo de San Isidro (gratuito).
Plza. de San Andrés, 1 - Madrid.
Abierto de martes a domingo, de 10 a 20 horas.

Para saber más:

– “San Isidro Labrador”. Fray Domingo Fernández Villa. Editorial Everest, 1987.