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Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista

Evangelio del día

Lectura 1
Que el Señor os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3,7-13

Hermanos:
En medio de todos nuestros aprietos y luchas, vosotros con vuestra fe nos animáis; ahora respiramos, sabiendo que os mantenéis fieles al Señor.
¿Cómo podremos agradecérselo bastante a Dios?
¡Tanta alegría como gozamos delante de Dios cuando pedimos día y noche veros cara a cara y remediar las deficiencias de vuestra fe!
Que Dios, nuestro Padre, y nuestro Señor Jesús nos allanen el camino para ir a veros.
Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos.
Y que así os fortalezca internamente; para que cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre.

Salmo
Sal 89, 3-4. 12-13. 14 y 17
R. Sácianos de tu misericordia, Señor, y estaremos alegres.

Tú reduces al hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó,
una vela nocturna.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.

Evangelio
Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6,17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
- Pídeme lo que quieras, que te lo doy.
Y le juró:
- Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.
Ella salió a preguntarle a su madre:
- ¿Qué le pido?
La madre le contestó:
- La cabeza de Juan, el Bautista.
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
- Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. Enseguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.