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¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

En aquellos días, María se puso en camino y fue a prisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito. 
- ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! 
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Comentario del Papa Francisco

El servicio a Dios se realiza de diversos modos, en particular en la oración y en la adoración, en el anuncio del Evangelio y en el testimonio de la caridad,. Y siempre el icono de la Iglesia es la Virgen María, la “sierva del Señor”. Inmediatamente después de haber recibido el anuncio del Ángel y haber concebido a Jesús, María parte a toda prisa para ir a ayudar a su anciana pariente Isabel. Visitándola, la Virgen María no le llevó sólo una ayuda material; también esto, pero llevó a Jesús, que ya vivía en su vientre. Llevar a Jesús a aquella casa quería decir llevar la alegría, la alegría plena. La Virgen quiere traemos también a nosotros el gran don que es Jesús; y con Él nos trae su amor, su paz, su alegría.