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¿Qué podrá dar un hombre para recobrar su vida?

Evangelio del día

Lectura 1
Ay de la ciudad sangrienta
Lectura de la profecía de Nahúm 2,1. 3; 3,1-3. 6-7

Mirad sobre los montes los pies del heraldo
que pregona la paz, festeja tu fiesta, Judá;
cumple tus votos,
porque el criminal no volverá a pasar por ti,
pues ha sido aniquilado.
Porque el Señor restaura la gloria de Jacob
y la gloria de Israel;
lo habían desolado los salteadores,
habían destruido sus sarmientos.
Ay de la ciudad sangrienta,
toda ella mentirosa, llena de crueldades,
insaciable de despojos.
Escuchad: látigos, estrépito de ruedas,
caballos al galope, carros rebotando,
jinetes al asalto, llamear de espadas,
relampagueo de lanzas,
muchos heridos, masas de cadáveres,
cadáveres sin fin, se tropieza en cadáveres.
Arrojaré basura sobre ti,
haré de ti un espectáculo vergonzoso.
Quien te vea se apartará de ti, diciendo:
«Desolada está Nínive, ¿quién lo sentirá?;
¿dónde encontrar quien te consuele?».

Evangelio
¿Qué podrá dar un hombre para recobrar su vida?
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 16,24-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida?
¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del Hombre con majestad.

Comentario del Papa Francisco
Jesús es el Salvado: seguidlo, escuchadlo. Escuchar a Cristo lleva a asumir la lógica de su misterio pascual, ponerse en camino con Él para hacer de la propia vida un don de amor para los demás, en dócil obediencia a la voluntad de Dios, con una actitud de desapego de las cosas mundanas y de libertad interior. Es necesario estar dispuestos a perder la propia vida, entregándola para que todos los hombres se salven. El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad, ¡no lo olvidéis! Habrá siempre una cruz en medio, pruebas, pero al final nos lleva siempre a la felicidad.