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¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: 
- El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. 
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. 
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. 
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 
A medianoche se oyó una voz: 
- ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! 
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. 
Y las necias dijeron a las sensatas: 
- Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas. 
Pero las sensatas contestaron: 
- Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis. 
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. 
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: 
- Señor, señor, ábrenos. 
Pero él respondió: 
- Os lo aseguro: no os conozco. 
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.

Comentario del Papa Francisco

Imploremos la intercesión de los mártires para ser cristianos concretos, cristianos con obras  no de palabras; para no ser cristianos mediocres, cristianos barnizados de cristianismo pero sin sustancia. Ellos no eran barnizados; eran cristianos hasta el final; pidámosles su ayuda para mantener firme la fe, aunque haya dificultades, y seamos así fermento de esperanza y artífices de hermandad y solidaridad.