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Por un alto el fuego global en el Mundo

El pasaje evangélico de este domingo (5 de Julio, reproducido arriba), está dividido en tres partes: primero Jesús alza un himno de bendición y de agradecimiento al Padre, porque ha revelado a los pobres y a los sencillos el misterio del Reino de los cielos; después desvela la relación íntima y singular que hay entre Él y el Padre; y finalmente invita a acudir a Él y a seguirlo para encontrar alivio. En primer lugar, Jesús alaba al Padre, porque ha ocultado los secretos de su Reino, de su verdad, «a sabios e inteligentes» (v. 25). Los llama así con un velo de ironía, porque presumen que son sabios, inteligentes y, por tanto, tienen el corazón cerrado muchas veces. (...) Jesús dice que los misterios de su Padre han sido revelados a los «pequeños», a los que se abren con confianza a su Palabra de salvación, (...) los que tienen el corazón abierto y confiado hacia el Señor. Después, Jesús explica que ha recibido todo del Padre, y lo llama «mi Padre», para afirmar la unicidad de su relación con Él. De hecho, solo entre el Hijo y el Padre hay total reciprocidad: el uno conoce al otro, el uno vive en el otro. Pero esta comunión única es como una flor que brota, para revelar gratuitamente su belleza y su bondad. Y de aquí la invitación de Jesús: «Venid a mí…» (v. 28). Él quiere donar lo que toma del Padre. Quiere donarnos la verdad, y la verdad de Jesús es siempre gratuita: es un don, es el Espíritu Santo, la Verdad.

Venid a Mí que soy manso y humilde de corazón

Como el Padre tiene una preferencia por los «pequeños», también Jesús se dirige a los «fatigados y sobrecargados». Es más, se pone Él mismo en medio de ellos, porque Él es el «manso y humilde de corazón» (v. 29) (...).

Y después, Jesús dice que si vamos a Él encontraremos descanso. (...)

 Que María, la más humilde y la más alta entre las criaturas, implore a Dios para nosotros la sabiduría del corazón, para que sepamos discernir sus signos en nuestra vida y ser partícipes de esos misterios que, ocultos a los soberbios, son revelados a los humildes.

Exhortación a la paz, tras el Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, esta semana el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha adoptado una resolución que predispone algunas medidas para afrontar las devastadoras consecuencias del virus COVID-19, particularmente para las zonas ya escenario de conflictos. Es encomiable la petición de un alto el fuego global e inmediato, que permitiría la paz y la seguridad indispensables para proporcionar la asistencia humanitaria tan urgentemente necesaria. Deseo que tal decisión se implemente de forma efectiva y rápida por el bien de tantas personas que están sufriendo. Que esta resolución del Consejo de Seguridad pueda convertirse en un primer paso valiente para un futuro de paz.

                                                                                                                                                                                                 (Ángelus. Plaza de San Pedro

                                                                                                                                                                                                   Domingo, 5 de julio de 2020)