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Pedid y se os dará

Evangelio del día

Lectura 1
Mirad que llega el día, ardiente como un horno
Lectura de la profecía de Malaquías 3,13-20a

"Vuestros discursos son arrogantes contra mí -oráculo del Señor-.
Vosotros objetáis:
"¿Cómo es que hablamos arrogantemente?"
Porque decís:
"No vale la pena servir al Señor; ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos?; ¿para qué andamos enlutados en presencia del Señor de los ejércitos? Al contrario: nos parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien; tientan a Dios, y quedan impunes."
Entonces los hombres religiosos hablaron entre sí:
"El Señor atendió y los escuchó."
Ante él se escribía un libro de memorias a favor de los hombres religiosos que honran su nombre.
Me pertenecen -dice el Señor de los ejércitos- como bien propio, el día que yo preparo.
Me compadeceré de ellos,
como un padre se compadece
del hijo que lo sirve. Entonces veréis la diferencia
entre justos e impíos, entre los que sirven a Dios
y los que no lo sirven. Porque mirad que llega el día,
ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja,
y los quemaré el día que ha de venir -dice el Señor de los ejércitos-,
y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre
los iluminará un sol de justicia
que lleva la salud en las alas."

Salmo
Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos,
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón,
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.

No así los impíos, no así:
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

Evangelio
Pedid y se os dará
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 11,5-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene a medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle».
Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados: no puedo levantarme para dártelos».
Si el otro insiste llamando, yo os digo que si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?

Comentario del Papa Francisco
Si uno de vosotros tiene un amigo, a medianoche… Hay tres palabras, tres palabras clave en este pasaje: el amigo, el Padre y el regalo. En nuestra vida, hay amigos de oro, que dan la vida por el amigo. También el Padre del cielo, este Padre que nos ama tanto. Jesús se adelanta y habla del Padre: quiere despertar la confianza en la oración: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá, porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre”