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Origen del Santo Rosario

Domingo de Guzmán era un canónigo regular, catedrático de Sagrada Escritura y luego vicario general de la importante diócesis Osma. En 1205, por encargo del rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al obispo de Osma, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodasdel príncipe Fernando.

Con este motivo, realizó viajes a Dinamarca y a Roma, y durante ellos se aclaró definitivamente su ya antigua vocación misionera. Alarmado ante la proliferación de la herejía cátara en el sur de Francia, comenzó a formar un movimiento de predicadores (los dominicos) con el fin de convertirlos y, de acuerdo con el papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se estableció en el foco del error, la región del Languedoc.

La herejía albigense enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albigenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Y, como Jesús tuvo un cuerpo, no podía ser al mismo tiempo Dios. Evidentemente, se rebelaron contra la autoridad papal.

Aparición de la Virgen a Santo Domingo

Los esfuerzos misioneros del Santo daban pocos frutos. No obstante, ese mismo año, en

1206, dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.

La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo.

Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.

Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albigenses volvieron a la fe católica.

Como sabemos, a esta “cruzada” de conversión se unió enseguida San Antonio.

Promesas de la Virgen María a los que recen devotamente el Santo Rosario

La devoción del rezo del rosario se afianzó en la Iglesia, como la oración predilecta, durante casi dos siglos. Pero cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se volvió a aparecer, esta vez al beato Alano de la Rupe y le dijo que la reviviera y le reiteró las promesas dadas a Santo Domingo referentes al rosario.

Según sus escritos, 15 son las promesas, tantas como misterios que se contemplan:

1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.

3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.

4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear  las cosas celestiales y eternas.

5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.

6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará engracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.

7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.

8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de lagracia y serán partícipes de losméritos bienaventurados.

9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas ami Rosario.

10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.

11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.

12. Socorreré en sus necesidadesa los que propaguen mi Rosario.

13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en viday en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.

14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.

15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.