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Objetivos para desarrollar la personalidad

En este artículo he pensado proponer unos objetivos para que cada familia pueda elegir alguno y trabajarlo en equipo.

1.- El orden –en mi casa, en mi habitación, en lo que tengo que hacer, en mi cabeza– es pieza esencial en la construcción y maduración de la personalidad. Por eso, establecer en familia unos horarios y esforzarse en respetarlos.

2.- Si la perseverancia define a las personas con éxito, propongo enfocar la atención en lo que tengo que hacer –no en lo que me apetece hacer– y ponerme a ello.

4.- Si la persona aprende por imitación y padres y educadores son los modelos de los niños, sugiero pensar lo siguiente: ¿en vez de sermonear favorezco el aprendizaje con mi ejemplo?

5.- Si la sobreestimulación a la que estamos sometidos hoy, puede hacernos más insensibles y ciegos ante la realidad, animo al siguiente ejercicio: acotar los tiempos que dedicamos al móvil, internet y la televisión y promover las tertulias y las conversaciones en el hogar.

6.- No es prudente compararse con los demás. Esta actitud lleva al orgullo, a la vanidad y a la envidia. Evitar comentarios como: “tu hermana se esfuerza más que tú o fíjate en tu hermano”…

7.- Componentes de los muros que forman barreras en la comunicación: hacer juicios de valor con facilidad, querer tener siempre la razón, no ceder, no escuchar, utilizar malos modos en la convivencia, ser huidizos y poco disponibles para ayudar, mostrar desinterés, no prever un tiempo para estar con la familia… Examina en qué aspecto puedes mejorar. Si la cercanía es el estilo de Dios, los hijos tienen que saber que cada persona es el fruto de un acto singular del amor creador de ese Dios que es Padre y tiene corazón de madre. Ha sido diseñada a su imagen y semejanza y, es ahí, donde radica su dignidad.

Por eso, el ambiente que cada uno ha de proponer en su familia es fruto de una suma: los esfuerzos diarios por hacer la vida agradable a los demás.