En aquellos días, el Señor habló a Acaz:
- Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.
Respondió Acaz:
- No la pido, no quiero tentar al Señor.
Entonces dijo Dios:
- Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:
Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo,
y le pondrá por nombre Emmanuel,
que significa «Dios-con-nosotros».
Salmo
Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6
R. Va a entrar el Señor. Él es el Rey de la gloria.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
Él la fundó sobre los mares,
Él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
Lectura 2
Por Cristo hemos recibido este don y esta misión: hacer que los gentiles respondan a la fe
Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 1,1-7
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios.
Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras Santas, se refiere a su Hijo, nacido, según lo humano, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor.
Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.
A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Evangelio
Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David
Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,18-24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
- José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
- Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa «Dios-con-nosotros».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
Comentario del Papa Francisco
La liturgia de hoy, cuarto y último domingo de Adviento, está caracterizada por la cercanía de Dios a la humanidad.
El relato del Evangelio (Mateo 1,18-24) nos muestra las dos personas que, más que ninguna otra, han estado inmersas en este misterio: la Virgen María y su esposo José.
Misterio de amor, misterio de cercanía de Dios a la humanidad. MARIA aparece representada a la luz de la profecía que dice: “Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo”.
El evangelista Mateo reconoce que esto se ha cumplido en María, que concibió a Jesús por obra del Espíritu Santo. El hijo de Dios “viene” a su seno para ser hombre, y ella lo acoge. Así, de manera única, Dios se ha acercado al ser humano tomando la carne de una mujer.
Aunque de manera distinta, también se acerca Dios a nosotros con su gracia para entrar en nuestra vida y para ofrecernos el don de su hijo.
¿Qué podemos hacer nosotros: acogerlo, dejar que se acerque, o, por el contrario, rechazarlo, echarlo fuera? Como María, ofreciéndose libremente a sí misma al Señor de la historia, nos ha permitido cambiar el destino de la humanidad, así también nosotros, acogiendo a Jesús y tratando de seguirlo cada día, podemos cooperar a su designio de salvación para nosotros mismos y para el mundo.
Así se nos presenta María como modelo al que podemos mirar y como ayuda con la que podemos contar en nuestra búsqueda de Dios, en la cercanía a Dios, en este dejar que se acerque a nosotros para construir la civilización del amor.
El otro protagonista del Evangelio de hoy es SAN JOSÉ. En aquel momento de duda, incluso de angustia, Dios sale a su encuentro por medio de un mensajero que le iluminará sobre la naturaleza de la maternidad de María: “La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. José se fía totalmente de Dios que se le acerca y, siguiendo la invitación divina, no repudia a su prometida esposa.
Acogiendo a María, José acoge consciente y amorosamente al que ha sido concebido por obra admirable de Dios, para quien nada es imposible. José nos enseña a dejarnos guiar por Dios con obediencia voluntaria (18-12-2016).