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No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: 
- Sígueme. 
Él se levantó y lo siguió. 
Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. 
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: 
- ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? 
Jesús lo oyó y dijo: 
- No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios»: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.

Comentario del Papa Francisco

Pensemos en San Mateo. Era un buen comerciante. Además, traicionaba a su patria porque les cobraba los impuestos a los judíos para pagárselos a los romanos. Pero la sorpresa de ser amado lo vence y sigue a Jesús. Esa mañana, cuando Mateo fue al trabajo y se despidió de su mujer, nunca pensó que iba volver sin el dinero y apurado para decirle a su mujer que preparara un banquete. El banquete, para aquel que lo había amado primero, que lo había sorprendido con algo muy importante, más importante que todo el dinero que tenía.