En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
- Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis». Mirad, os lo he anunciado.
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
- Alegraos.
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo:
- No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
Comentario del Papa Francisco
El Sábado Santo es el día en el que la Iglesia contempla el “descanso” de Cristo en la tumba después de la victoriosa lucha de la cruz. La Iglesia, una vez más, se identifica con María: toda su fe es recogida en ella, la primera y perfecta creyente. En la oscuridad que envuelva la creación, Ella permanece sola teniendo encendida la llama de la fe, esperando contra cualquier esperanza en la Resurrección de Jesús. En la gran Vigilia Pascual celebramos a Cristo resucitado, centro y final del cosmos y de la historia; estamos despiertos llenos de esperanza su regreso, cuando la pascua tendrá su plena manifestación. A veces la oscuridad de la noche parece penetrar en el alma; a veces pensamos: “Ya no hay nada que hacer”, y el corazón no encuentra la fuerza para amar. Pero precisamente en esa oscuridad Cristo enciende el fuego del amor de Dios: La piedra del dolor se ha volcado dejando espacio a la esperanza. ¡Este es el gran misterio de la Pascua! En esta noche santa la Iglesia nos entrega la luz del Resucitado, para que en nosotros esté la esperanza de quien se abre a un presente lleno de futuro: Cristo ha vencido y nosotros con Él.