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Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. 
Él les replicó: 
- Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis? 
Los judíos le contestaron: 
- No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios. 
Jesús les replicó: 
- ¿No está escrito en vuestra ley: «Yo os digo: sois dioses»? Si la Escritura llama dioses a aquéllos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. 
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: 
- Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad. 
Y muchos creyeron en él allí.

Comentario del Papa Francisco

Es la voz del Padre: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadlo”. Jesús nos trae a Dios, nos lleva a Dios, con él toda nuestra vida se transforma, se renueva, y nosotros podemos ver la realidad con ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús, con sus mismos ojos. Por eso os digo hoy a cada uno de vosotros: “Pon a Cristo” en tu vida y encontrarás un amigo del que siempre podrás fiarte.