La imaginación popular, que fácilmente crea leyendas, transformó a Marcial en un apóstol del primer siglo, enviado a Galia por el mismo San Pedro. Lo que sí está claro es que debemos honrarle por ser el primer predicador de la Fe Cristiana en la Provincia de Limoges Marcial murió a finales del siglo III, fue enterrado a las afueras de la aldea romana (cementerio de la via Agrippa), sobre la ruta europea de peregrinación hacia Santiago de Compostela.
En el siglo IX, entre varios monjes convirtieron la abadía de San Marcial, que poseía una importante biblioteca privada, donde se educó y trabajó el cronista Geoffroy du Breuil (siglo XII), quien sería abad de Vigeois (1170-1184). Allí se formó un gran grupo de compositores, llegando a ser una importante precursora de la Escuela de Notre Dame.
La abadía de San Marcial sufrió tantas malversaciones, que en el siglo XIX el rey Luis XV compró la mayoría de estos textos, los llevó a París y los usó para crear la Biblioteca Nacional.