Usted está aquí

No tengo otro auxilio fuera de ti, Señor

Evangelio del día

En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: 
- Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. 
Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. 
Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación, y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. 
Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. 
A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.

Salmo

Sal 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8 
R. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor. 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; 
delante de los ángeles tañeré. 
Para ti, me postraré hacia tu santuario. 

Daré gracias a tu nombre, 
por tu misericordia y tu lealtad; 
cuando te invoqué, me escuchaste, 
acreciste el valor en mi alma. 

Tu derecha me salva. 
El Señor completará sus favores conmigo: 
Señor, tu misericordia es eterna, 
no abandones la obra de tus manos.

Evangelio

Quien pide recibe 
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 7,7-12 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
- Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. 
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! 
En resumen: tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.

Comentario del Papa Francisco

Dice Jesús que hay que clamar día y noche a Dios. Nos impresiona esta imagen de la oración. Pero preguntémonos: ¿por qué Dios quiere esto? ¿No conoce Él ya nuestras necesidades? ¿Qué sentido tiene insistir con Dios? Rezar siempre, pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras. Él conoce mejor que nosotros aquello que necesitamos. La oración perseverante es más bien expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, en cada momento, para vencer el mal con el bien.