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No es Dios de muertos, sino de vivos

Evangelio del día

Lectura 1
Llegaron las oraciones de los dos a la presencia gloriosa del Dios Altísimo
Lectura del libro de Tobías 3,1-11.16-17a

En aquellos días, Tobías se echó a llorar; rezaba entre sollozos y decía:
- Señor, tú eres justo y justas son tus sentencias; actúas siempre con misericordia, con lealtad y con justicia.
Señor, acuérdate de mí; no me castigues por mis pecados, no tengas en cuenta mis culpas ni las de mis padres.
Por desobedecer tus mandamientos nos entregaste al saqueo, al destierro y a la muerte; nos hiciste refrán y burla de las naciones donde nos dispersaste.
Señor, tus sentencias son graves, pues no cumplimos tus mandamientos ni nos portamos lealmente contigo. Señor, haz de mí lo que quieras, hazme expirar en paz, que prefiero la muerte a la vida.
Aquel mismo día Sara, hija de Ragüel, vecino de Ragés, ciudad de Media, tuvo que soportar también los insultos de una criada de su padre; en efecto, Sara se había casado siete veces, y el demonio Asmodeo había ido matando a todos sus maridos, apenas se acercaban a ella. Pues bien, Sara regañó a la criada con razón, pero ésta replicó así:
- ¡Que no veamos nunca sobre la tierra hijo ni hija tuya, asesina de tus maridos! ¿Es que quieres matarme también a mí, lo mismo que mataste ya a siete hombres?
Oyendo esto, Sara subió al piso de arriba de su casa y estuvo tres días y tres noches sin comer ni beber; lloraba y rezaba sin cesar, pidiéndole a Dios que la librase de semejante baldón.
Por entonces llegaron las oraciones de los dos a la presencia gloriosa del Dios Altísimo y fue enviado el santo ángel Rafael a curarlos a los dos, que habían elevado sus oraciones a Dios al mismo tiempo.

Salmo
Sal 24, 2-3a. 4-5ab. 6-7bc. 8-9
R. A ti, Señor, levanto mi alma.

Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
pues los que esperan en ti
no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.

El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

Evangelio
No es Dios de muertos, sino de vivos
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12,18-27

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron:
- Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano».
Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.
Jesús les respondió:
- Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo.
Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob»? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.