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No es Dios de muertos, sino de vivos

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: 
- Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano». 
Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer. 
Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella. 
Jesús les respondió: 
- Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo. 
Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob»? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.

Comentario del Papa Francisco

Pero, Padre, ¿por qué meterse en tantos problemas? Hagamos las cosas como las hemos hecho siempre, que estamos más seguros… -Hacer las cosas como se han hecho siempre es una alternativa “de muerte”. Hay que correr el riesgo, con la oración, también con la humildad, de aceptar lo que el Espíritu Santo nos pide cambiar. Este es el camino. Hay que pedir la gracia de no tener miedo cuando el Espíritu, con seguridad, me pide dar un paso adelante, tener la valentía apostólica de llevar vida y no hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos.