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No desprecian a un profeta más que en su tierra

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: 
- ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? 
Y esto les resultaba escandaloso. 
Jesús les decía: 
- No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa. 
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. 
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Comentario del Papa Francisco

(Recorría los pueblos de alrededor enseñando) Así era la vida de Jesús: “Recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios” (Mc 1, 39). Jesús que predica y Jesús que cura. Toda la jornada era así; predica al pueblo, enseña la Ley, enseña el Evangelio. Y la gente lo busca para escucharlo y también porque sana a los enfermos… Podemos preguntarnos si yo dejo que Jesús me predique. Cada uno de nosotros: ¿Dejo que Jesús me predique, o yo lo sé todo?