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Ni en Israel he encontrado tanta fe

Evangelio del día

Lectura 1
Si os dividís en bandos, os resulta imposible comer la cena del Señor 
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 
11, 17-26. 33 

Hermanos: 
Al recomendaros esto, no puedo aprobar que vuestras reuniones causen más daño que provecho. 
En primer lugar, he oído que cuando se reúne vuestra Iglesia os dividís en bandos; y en parte lo creo, porque hasta partidos tiene que haber entre vosotros, para que se vea quiénes resisten a la prueba. 
Así, cuando os reunís en comunidad, os resulta imposible comer la cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comerse su propia cena y, mientras uno pasa hambre, el otro está borracho. 
¿No tenéis casas donde comer y beber? ¿O tenéis en tan poco a la Iglesia de Dios que humilláis a los pobres? 
¿Qué queréis que os diga? ¿Que os apruebe? 
En esto no os apruebo. 
Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: 
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: 
-"Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía." 
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: 
-"Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía." 
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. 
Así que, hermanos míos, cuando os reunís para comer, esperaos unos a otros. 

Salmo
Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17 
R. Proclamad la muerte del Señor, hasta que vuelva. 

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, 
y en cambio me abriste el oído: 
no pides sacrificio expiatorio, 
entonces yo digo: «Aquí estoy». 

Como está escrito en mi libro: 
«para hacer tu voluntad». 
Dios mío, lo quiero, 
y llevo tu ley en las entrañas. 

He proclamado tu salvación 
ante la gran asamblea; 
no he cerrado los labios; 
Señor, tú lo sabes.

Evangelio
Ni en Israel he encontrado tanta fe 
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 7,1-10 

En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. 
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: 
- Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga. 
Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: 
- Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: «ve», y va; al otro: «ven», y viene, y a mi criado: «haz esto», y lo hace. Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: 
- Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe. 
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

Comentario del Papa Francisco
Merece lo que pide porque ama a nuestro pueblo. Un gobernante que no ama no puede gobernante que no ama no puede gobernar. Como mucho poner un poco de orden, pero no gobernar. Y era un hombre humilde que dijo al Señor: No te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. Y con humildad: Di una palabra y mi siervo quedará sano. Ninguno de nosotros puede decir: Pero yo no tengo que ver, son ellos quienes gobiernan. No; yo soy responsable de su gobierno y debo hacer lo mejor de mi parte para que ellos gobiernen bien, participando en la política como puedo. La política, dice la doctrina social de la Iglesia, es una de las formas más altas de la caridad, porque es servir al bien común: los que gobiernan, con el servicio de la humildad y con el amor; los gobernados, con la participación y sobre todo con la oración.