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Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: 
- ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? 
Entonces Jesús les dijo: 
- Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. 
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. 
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. 
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre. 
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

Comentario del Papa Francisco

Jesús había dicho que era el Pan bajado del cielo y que daría su carne como alimento y su sangre como bebida, aludiendo así claramente al sacrificio de su misma vida. Estas palabras suscitaron frustración en la gente, que las juzgó indignas del Mesías, no “victoriosas”. Algunos veían a Jesús como a un Mesías que debía hablar y actuar de modo que su misión tuviera un éxito inmediato. Pero, precisamente sobre esto se equivocaban: sobre el modo de entender la misión del Mesías.