En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la Vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la Vida, que ser echado con los dos pies al infierno.
Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros.
Comentario del Papa Francisco
Cuando los niños que son heridos por un “escándalo”, por un escándalo insoportable, es muy grave, en cuanto no tiene los medios para descifrarlo. No pueden entender qué sucede. ¿Recordáis qué dice Jesús? Los ángeles de los niños reflejan la mirada de Dios, y Dios no pierde nunca de vista a los niños (cf. Mt 18,5-10). ¡Ay de aquellos que traicionan su confianza, ay! Su espontánea confianza en Dios nunca debería ser herida. La tierna y misteriosa relación de Dios con el alma de los niños no debería ser nunca violada. Es una relación real que Dios quiere y Dios la cuida. El niño está listo desde el nacimiento para sentirse amado por Dios.