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Los espíritus inmundos gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios», pero él prohibía que lo diesen a conocer

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. 
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. 
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. 
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. 
Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: 
- Tú eres el Hijo de Dios. 
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Comentario del Papa Francisco

(Todos los que sufrían se le echaban encima para tocarlo) ¡Jesús salva! Estas senaciones, estas palabras que llegan al corazón son el signo y el inicio de una salvación. El recorrido de la salvación de muchos que comienzan con a ir a escuchar a Jesús o a pedir una sanación y después vuelven a Él y sienten la salvación. ¿Pero lo más importante de Jesús es que sane? No. ¿Qué nos enseña? No. ¡Que salva! Él es el Salvador y nosotros somos salvados por Él. Y esto es más importante. Y esta es la fuerza de nuestra fe…Y cuando nosotros, por una cosa u otra, estamos un poco bajos de ánimo, recordamos que Él reza por nosotros, intercede por nosotros continuamente.