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La romería del 2 de mayo - San Segundo, varón apostólico y primer obispo de Ávila

La tradición cuenta, que Segundo, junto con otros seis compañeros –Torcuato, Tesifonte, Eufrasio, Celicio, Indalecio y Hesiquio– fueron los siete “Varones apostólicos”, discípulos de Santiago, enviados por San Pedro y San Pablo a evangelizar la Península Ibérica en el siglo I. A ellos se les atribuye la fundación de las primeras sedes episcopales. Diversas fuentes relatan que Torcuato quedó en Guadix (Granada), como obispo. Los demás desplegaron su fuego apostólico por Andalucía. Pero Segundo se dirigió a Abula, identificada por muchos como Ávila.

No hay noticias precisas, pero al igual que sus compañeros, este varón apostólico sufrió martirio, en el año 92. Algunas imágenes de su iconografía indican que fue colgado de la muralla.

El hallazgo

Junto al río Adaja, extramuros de la ciudad, se alza una ermita románica, construida en arenisca y granito, entre los años 1130 y 1160. Tenía advocación a San Sebastián y Santa Lucía, pero en 1519, mientras se realizaban unas obras en un muro de la cabecera, apareció un arca de piedra en el que se podía leer «Santus Secundus» y dentro otra de madera que contenía huesos, cenizas, restos de vestiduras, un cáliz con su patena de metal y un anillo de oro con un zafiro engastado.

Según relata el cronista abulense, Antonio Cianca, en su obra "Historia de la vida, invención, milagros y translación de san Segundo” aparecida en 1595, se produjeron varios milagros –probados en proceso, y de los que dieron fe los notarios– que fueron atribuidos al santo: Francisco de Arroyo sano de una quebrancía, el tullido Miguel Amo sanó, Cristóbal de Molina de Iznatorafec, vecino de Jaén, recuperó el habla y el obispo de Ávila, don Jerónimo Manrique de Lara, sanó de las palpitaciones de corazón, cuando el médico le había desahuciado y había recibido ya la Extremaunción.

Todo esto hizo que se concluyera que los restos hallados eran, en efecto, los del apóstol Segundo, el cual, además de ser quien fundara la ciudad de Ávila, sería su primer obispo.

Pero los objetos sagrados, las vestiduras, el anillo y el cáliz, eran góticos. Se han buscado argumentos para hacer compatibles un cadáver supuestamente del siglo I, enterrado en una iglesia de mediados del XII y acompañado por vestimentas y piezas litúrgicas godas. En el siglo I no era costumbre que los varones apostólicos usaran estas prendas u objetos episcopales, y mucho menos que se enterraran con ellos. La solución que se propuso fue que, a la llegada de los invasores islámicos en el siglo VIII, se trasladarían los restos santos para protegerlos de su inminente profanación. En dicho momento, se dotaría al venerable san Segundo de las prendas y objetos descubiertos en 1519.

Restauración de la ermita

La ermita fue restaurada y rebautizada con el nombre de San Segundo. Los restos del santo fueron guardados en un arca de tres llaves, en poder de la cofradía, el cabildo y el ayuntamiento. En 1573 se trasladaron dentro de la misma iglesia, a un sepulcro nuevo sobre el que se colocó una magnifica escultura labrada en alabastro por Juan de Juni.

Solemne traslado a la catedral

Unos años después, el 11 de marzo de 1594, por iniciativa del obispo Jerónimo Manrique de Lara, se realiza su definitivo traslado, al más noble de los lugares: la catedral.

Fue una de las manifestaciones más multitudinarias de la historia de la ciudad, una fiesta sin igual. Hubo una procesión en la que participaron todos los vecinos: trompetas, atabales, niños de doctrina, pendones de los pueblos, hermandades y cofradías, cruces alzadas, prelados de las órdenes, coro de música de ministriles y cruces de todo el Obispado de Ávila, clérigos, arciprestes, capellanes, cabildos, coros de música, etc. Mandaron incluso una invitación al rey Felipe II, que se excusó por motivos de salud. La procesión fue de la catedral a la ermita, por la puerta del Carmen, hasta la puerta del Adaja, subiendo por la Rúa de los Zapateros haciendo sendas paradas en la ermita de San Esteban y el Mercado Chico hasta llegar a la catedral.

También hubo representaciones teatrales, como “La Comedia de San Segundo”, escrita por Lope de Vega, música y danzas, corridas de toros, juegos de cañas y artificios de fuego. Se empedraron y acondicionaron las calles a tal efecto por donde iba a pasar la procesión. Se pusieron blasones, dalmáticas y doseles.

Los restos del santo se encuentran depositados la capilla que lleva su nombre, construida al efecto, para lo cual se tuvo que derribar un cubo de la muralla. Años más tarde, hacia 1716, se encargó a José Benito de Churriguera un gran retablo-baldaquino para acoger la urna.

Cuando visites la Catedral, entre la capilla mayor y el coro, vale la pena fijarse en los relieves que aparecen en el retablo de alabastro que reconstruye su vida y martirio. Junto a una escultura que representa al Santo, aparecen episodios de su vida como: su ordenación a manos de San Pedro y San Pablo, su entrada triunfal a la ciudad de Ávila o el descubrimiento de su sepulcro.

El día de la fiesta

El 1 de mayo la imagen de San Segundo sube a la Catedral, para regresar de nuevo a su ermita al día siguiente tras la solemne Misa Mayor en su honor, a las 11,00 horas. Al son de dulzainas y tamboriles, baile de jotas por el grupo folclórico Urdimbre, gigantes y cabezudos, recorre las calles de la ciudad hasta llegar a su ermita, junto al río Adaja, donde por la tarde los romeros, en un entorno festivo donde predominaba el olor a las almendras garrapiñadas de Riofrío, recién hechas, cumplen con la tradición de introducir el pañuelo en su tumba para pedir tres deseos, con la promesa de que al menos uno, será cumplido.

A tener en cuenta: El Ayuntamiento de Ávila ha cancelado, por segundo año consecutivo, las celebraciones tradicionales.