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La recepción

La recepción

Se trata de una gran recepción en un elegante salón de París. Muchos personajes, muchas caras en animada conversación, diversos puntos de atención… pero quien protagoniza la velada es la luz.

Jean Béraud nos introduce a través de una sala, en donde se concentran los hombres, sumergida en un apacible claroscuro producido por varias lámparas de queroseno, con sus tulipas de bola, sobre una cómoda y en la chimenea. El tono burdeos del terciopelo de la tapicería aporta sobriedad al ambiente.

El salón de baile, por el contrario, brilla con intensidad. Sus paredes son de color crema y los cortinajes azul claro. Las arañas de cristal reflejan su luz en los grandes espejos y resaltan el dorado de los marcos, provocando una explosión festiva de color que lo inunda todo. En este ambiente, suave y elegante, la delicadeza de las damas, con vestidos color pastel, y cuidadosamente arregladas, contrasta con la austeridad de los hombres que llevan el riguroso frac negro y usan guantes blancos.

La música suena con armonía, sin estridencias, permitiendo saludos y confidencias. Reina el buen gusto, el respeto, la dulzura de vivir y de ser gentil con los demás.

Está claro que este trato refinado en sociedad requiere esfuerzo y sacrificio. Es necesario ejercitar un atento autocontrol, que destierra los descuidos y las concesiones a la vulgaridad.

La mujer tiene una extraordinaria capacidad de influir y marcar los ambientes. Cuando la alta sociedad alcanza este nivel de civilización, esta elegancia, su luz se irradia de forma natural, hasta los más modestos estratos, elevando el nivel de todos.

Jean Béraud (1849-1935) nació en San Petersburgo, cuando su padre, que era escultor, trabajaba en la obra de la catedral de San Isaac. Fue alumno de Léon Bonnat en la Escuela de Bellas Artes de París. En 1876, conoce el éxito con su pintura “La vuelta del entierro”, y se convierte en uno de los principales pintores de la vida parisina. Pinta con nitidez, y a veces con ironía, el acomodado ambiente de la burguesía, los pequeños oficios, los cafés, las escenas de la vida cotidiana. Autor de alrededor de 200 retratos, es uno de los fundadores de la Sociedad Nacional de Bellas Artes, con Rodin, Meissonnier y Chavannes. Falleció en su domicilio de París y su tumba se encuentra en el cementerio de Montmartre.