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La pequeña niña con los cachorrillos

La pequeña niña con los cachorrillos

FORMANDO con su gracioso y delicado babi de encajes un improvisado capacho, está decidida niña lleva en su regazo dos o tres inquietos cachorrillos, bajo la atenta mirada de la perra, a quien le gustaría tenerlos a su cuidado, jugueteando sobre la alfombra.

Quizá a la niña, que viene del alegre y frondoso jardín que se llega a ver al fondo, tras la puerta entreabierta, se le ha ocurrido, repentinamente, que los perritos deberían estar más protegidos dentro de casa. Y se dirige con ellos hacia algún adulto, cuya presencia en la sala imaginamos, para obtener su consenso. El tono vegetal que domina el salón hace que el ambiente no resulte pesado. Entre los dos cuadros, cogida en la pared, aparece el extremo de una palma, que podría ser la de Ramos, según la tradicional costumbre cristiana de colgarlas en balcones o paredes para proteger el hogar.

Sobre esa pequeña mesa, tapizada y ribeteada con borlones, un retrato de familia, un candil y unos libros cuya lectura se ha interrumpido momentáneamente. El cobertor de punto blanco, dejado sin preocupación sobre el acogedor y robusto sillón de pana trasmite una sensación de quietud afable y sosegada.

Y ahí tenemos a la pequeña princesa del lugar, con sus zapatitos de charol negro, sus calcetines de punto graciosamente caídos y su vestido de algodón bordado con volantes, avanzando tranquila pero con decisión.

Con esos caracolillos rubios sobre la frente, esos grandes ojos azules, esos mofletes y los morritos de cereza, parece una auténtica muñeca de porcelana.

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Es la imagen de los tiempos de la inocencia, de la pureza, de la sinceridad y el candor, y por tanto de la felicidad. Valores muy importantes a preservar.

V I D A

2012-05-charles_burton_barbe_mayo_2012Nacido en 1845 en Norfolk, Inglaterra, CHARLES BURTON BARBER tuvo gran éxito pintando a niños con sus mascotas. Recibió numerosos encargos de la reina Victoria, que le mandó pintar a sus nietos con sus perros, y al mismo príncipe de Gales (el futuro Eduardo VII). Por eso, gran número de sus retratos se conservan en la Colección Real. Exhibió su obra en la Royal Academy desde 1866 hasta su muerte, en 1894.

Su trabajo presenta un realismo fotográfico y el carácter romántico y costumbrista de las encantadoras escenas que presenta le trajo mucha popularidad. Se educó en la Royal Academy Schools de Londres, y vivió cerca de Regent’s Park.