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La Cámara Santa –Catedral de Oviedo–

La Cámara Santa - Catedral de Oviedo

En el año 614 el rey persa Cosroes II invadió Jerusalén y los cristianos huyeron de la ciudad llevándose un arca con reliquias. En su periplo, el arca pasó por Egipto y el norte de África, llegando a la ciudad de Cartagena poco después de su salida de Tierra Santa. A continuación, fue trasladada a Sevilla, durante la época en la que San Isidoro fue obispo de la ciudad. Tras la muerte del santo, el arca se trasladó a Toledo, principal ciudad de la Iglesia visigoda, y allí permaneció hasta que en el año 711 los musulmanes invadieron la Península Ibérica. Fue entonces cuando los cristianos trasladaron el arca con las reliquias al lugar que consideraban más seguro: el norte de la Península. Según la tradición, permaneció oculta en el monte Monsacro durante ochenta años, hasta que el rey Alfonso II (791-842) decidió su traslado a Oviedo.

La primera relación de reliquias que se conoce fue redactada en el año 1075, con motivo de la solemne apertura del arca el día 13 de marzo en presencia de varios obispos, el rey Alfonso VI y miembros de la corte. La reliquia más importante de todas las que se citan en este documento es el Santo Sudario del Señor, lienzo de lino que cubrió la cabeza de Cristo tras su muerte. Quedó el monarca tan impresionado que mandó revestir el arca con láminas de plata repujada, convirtiéndose en una de las principales piezas de la orfebrería románica española. En la Edad Media, el Arca Santa hizo las veces de altar y actualmente se encuentra en el centro del camarín de la Cámara Santa.

Otras reliquias

Con el tiempo, se fueron incorporando otras reliquias al conjunto, dentro de sus correspondientes relicarios, como el Cristo de Nicodemo (S. XII), que custodia un lignum crucis bajo un cristal de roca. En el siglo XVII se hizo un relicario-expositor para la sandalia de San Pedro y en 1742 una arqueta para los restos de San Eulogio y Santa Leocricia.

La Cruz de los Ángeles

Este conjunto de piezas se unió a las donaciones pías de la monarquía asturiana. Alfonso II (791-842) había entregado a la iglesia de Oviedo en el año 808 la joya más antigua de las conservadas: la Cruz de los Ángeles, símbolo de la Catedral y de la Ciudad de Oviedo. Cien años después, en el 908, Alfonso III (866-910) hizo lo mismo donando la Cruz de la Victoria, emblema del Principado de Asturias. El tesoro de la monarquía asturiana se completa con la Caja de las Ágatas, regalo de Fruela II (910-924) y su esposa Munia en el año 910.

La construcción de la Cámara Santa

Las evidencias arqueológicas indican que su construcción corresponde al reinado del último de los reyes asturianos, Alfonso III (866-910), y que su primera función fue la de servir de capilla episcopal con función martirial y funeraria. Sería más adelante cuando pasó a formar parte de la basílica de El Salvador y los Doce Apóstoles con una doble función: enterramiento martirial y tesoro.

La Cámara Santa es una edificación de dos pisos, sin comunicación entre ellos, que describen una planta alargada dividida en nave y presbiterio. El piso inferior es la Cripta de Santa Leocadia y el superior la capilla de San Miguel.

A la cripta se accede desde el claustro. En el presbiterio del piso superior, y tras una reja, se conserva el tesoro de la Sancta Ovetensis. A finales del siglo XII se reformó la nave, dotándola de una bóveda de cañón con fajones que se apoyan en pares de columnas. En los fustes de las columnas se talló un magnífico apostolado, joya de la escultura románica española atribuido al Maestro de Oviedo, artista contemporáneo del Maestro Mateo de la Catedral de Santiago de Compostela. Los apóstoles de Oviedo se presentan por parejas, en animada conversación, mostrando diversidad de actitudes y caracterización de rostros y una gran plasticidad en los plegados de sus vestiduras.

Desde el momento en que la Cámara Santa se erigió en el mayor relicario de la cristiandad a principios de la Edad Media, se convirtió en polo de atracción para todos aquellos que peregrinaban a Santiago. La visita a las reliquias de la Sancta Ovetensis era, y sigue siendo, parada obligada. Es el punto de partida del Camino Primitivo.

El Santo Sudario

El Santo Sudario se puede contemplar tres semanas al año: Semana Santa, Semana de Pascua y durante el Jubileo de la Santa Cruz (14 al 21 de septiembre)

El Santo Sudario de Oviedo es un lienzo rectangular, de lino, hilado con torsión en “Z” y en textura de tipo tafetán, sin tinturas ni remates laterales; mide 85.5 x 52.6 cm.

Entre los estudios científicos a los que ha sido sometido el Santo Sudario de Oviedo pueden mencionarse los siguientes:

– El estudio palinológico, que investiga los restos de pólenes presentes en él, ha localizado tres tipos propios de la región de Palestina: Quercus (encinas y coscojas), Pistacia Palestina (lentisco, cornicabra) y Tamarix (tamarindo, taray); el resto son pólenes propios de la zona mediterránea.

– El lienzo presenta una serie de arrugas, que han servido para determinar la manera en que estuvo colocado sobre la cabeza de Nuestro Señor, y varias perforaciones originarias que tienen relación con las manchas que presenta.

–Los análisis hematológicos, de las manchas indicó que eran manchas de sangre humana, del grupo AB, en algunos casos diluida a consecuencia de una edema pulmonar hemorrágico.

Las conclusiones del estudio, llevado a cabo por el Centro Español de Sindonología (EDICES), indican que este lienzo cubrió la cabeza de un hombre crucificado que murió por un edema pulmonar severo, que presentaba heridas en la cabeza, frente, cuello y hombros y que parece haber sido coronado de espinas. Tras su muerte en la cruz, la cabeza fue cubierta con un lienzo, tal y como mandaba la costumbre judía de ocultar el rostro desfigurado de los fallecidos. Poco tiempo después de su muerte, el cadáver fue bajado de la cruz y depositado en el suelo. Después se le embalsamó y se le enterró. Esta secuencia coincide con los relatos evangélicos de la crucifixión y muerte del Señor.

El Evangelio de San Juan (20, 7), al narrar la resurrección nos dice que dentro del sepulcro vacío estaban “… los lienzos puestos y el sudario que había cubierto su cabeza, no puesto con los lienzos sino doblado aparte…”. Estos lienzos y el sudario, serían recogidos por los discípulos que se acercaron a la tumba de Jesucristo y conservados por los cristianos de Jerusalén con otras reliquias.

Extractado de la web:

https://catedraldeoviedo.com

Para saber más:

–“El Sudario de Oviedo”. Jorge Manuel Rodríguez Almenar. Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona, 2000.

–“La historia del Sudario de Oviedo” Mark Guscin. Ayuntamiento de Oviedo, 2006.