Sucedió que un día estaba Jesús enseñando y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por dónde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo:
- Hombre, tus pecados están perdonados.
Los letrados y los fariseos se pusieron a pensar:
- ¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?
Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó:
- ¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir «tus pecados quedan perdonados», o decir «levántate y anda»?
Pues para que veáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: a ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa.
Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.
Todos quedaron asombrados y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor:
- Hoy hemos visto cosas admirables.
Los que habían perdido la cabeza comprenderán, y los que protestaban aprenderán la enseñanza.
Comentario Papa Francisco
El Evangelio (Lc 5, 17-26) nos presenta a Cristo que vence las parálisis de la humanidad. Descibe el poder de la misericordia divina que perdona y cancela todo pecado cuando encuentra una fe auténtica. Las parálisis de las conciencias son contagiosas. Con la complicidad de las pobrezas de la historia, y de nuestro pecado, puede extenderse y entrar en las estructuras sociales y en las comunidades, hasta asediar a pueblos enteros. Pero el mandato de Cristo puede dar un vuelco a la situación: “¡Levántate, camina!”. Sigamos siempre adelante, buscando al Señor, buscando nuevos caminos, nuevas sendas para acercarnos al Señor. Y si fuese necesario abrir un agujero en el techo para acercarnos todos al Señor, que nuestra imaginación creativa de la caridad nos conduzca a esto: a encontrar y abrir caminos de encuentro, sendas de fraternidad, sendas de paz.