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Exposición del cuerpo incorrupto de San Diego de Alcalá - Catedral Magistral de Alcalá de Henares

El cuerpo de San Diego se conservan desde hace más de 400 años en la Catedral Magistral de Alcalá de Henares, en el interior de una urna de plata, regalo de Felipe II, en la capilla que lleva su nombre. Se abre solamente el día 13 de noviembre, con motivo de la festividad del santo, exponiéndose su cuerpo incorrupto a la veneración de los fieles ante el altar mayor de la Catedral, que no es otro sino el altar de madera utilizado en su canonización en Roma.

La urna de los restos “incorruptos”

Durante su vida tuvo fama de obrar varias curaciones milagrosas entre los pobres que atendía, y después de fallecer –él mismo predijo la fecha de su muerte-- tuvo igual fama entre los poderosos, como el rey Enrique IV, a quien su poder curó un brazo.

Uno de sus mayores devotos fue Felipe II, quien mandó traer sus restos para invocar su mediación en la curación de su hijo el príncipe Carlos, que había sufrido una caída importante por la gran escalera del Palacio Arzobispal de Alcalá, en 1562, y se había dado un gran golpe en la cabeza. Cuando el santo reposó junto al lecho del príncipe, este sanó.

El santo de las rosas

Fue el único santo español de ese siglo. Seis fueron los milagros que llevaron al Papa Sixto VI a canonizarle en 1588. El más famoso es el de las rosas, y por eso se le ha representado en numerosos cuadros e imágenes con ellas entre las manos.

Ese milagro se resume así: fray Diego solía escamotear comida de los conventos franciscanos donde estaba para atender a los pobres. En una ocasión se había llevado unos panecillos --otros dicen que una pierna de cordero—disimulados en los pliegues del hábito. Al ser descubierto infraganti, dijo tratarse de flores, y en efecto, aparecieron rosas.

Otro milagro que se le atribuye es el de haber salvado, en un viaje que hizo a Sevilla durante su estancia en la Arruzafa, a un niño que imprudentemente se había metido y dormido en un horno, el cual fue encendido mientras tanto. Tras la mediación de Diego el pequeño apareció fuera del horno sin la menor quemadura. Este y otros milagros los solía atribuir el humilde fraile a la intervención de la Virgen María.

Un sevillano viajero

Nació a finales del siglo XIV en el seno de una familia modesta, en el pueblo de San Nicolás del Puerto, al norte de la provincia de Sevilla y en plena Sierra Morena.

Desde su más temprana juventud se consagró al Señor como ermitaño en la capilla de san Nicolás de Bari, en su localidad natal, y después en el eremitorio de Albaida​ bajo la dirección espiritual de un sacerdote ermitaño.

Fue un hombre bastante viajero para su tiempo; vivió en Canarias, Roma, Castilla y Andalucía y recorrió numerosos lugares de Córdoba, Sevilla y Cádiz. Pasó por muchos lugares de Francia e Italia en su peregrinación a Roma con motivo del año jubilar de 1450. Mientras estaba allí se declaró una peste y el amplio convento de Araceli fue convertido en enfermería. Fray Diego se ocupó de la dirección del improvisado hospital, donde permaneció durante tres meses curando a los enfermos.

Residió en los conventos de La Arruzafa, en Córdoba (hoy Parador Nacional),​ Lanzarote, Fuerteventura, Sanlúcar de Barrameda, Santa María de Araceli (Roma) y Santa María de Jesús (Alcalá de Henares), donde vivió los siete años que le quedaban de vida trabajando como jardinero, hortelano y portero. Este convento fue demolido en el siglo XIX y ocupado por el cuartel del Príncipe, al lado de la universidad cisneriana. Falleció en 1463. Se conmemoran ahora los 558 años de su muerte.

Las monjas concepcionistas del convento de Santa Úrsula de Alcalá de Henares, en la calle del mismo nombre, presumen de guardar la lápida de la tumba original de San Diego desde hace cinco siglos, y una mano, también “incorrupta”, como reliquia.

Venerado España y América

Este humilde franciscano es venerado y conocido en multitud de lugares de España, y aclamado como patrón en numerosas localidades de toda América, sobre todo de México.

La orden franciscana llevó su nombre a California, donde el alcalde de San Diego --la ciudad lleva su nombre-- donó en 1964 una pequeña escultura del santo a la cofradía del Cristo de los Doctrinos, que la guardan en el jardín de su ermita de Alcalá de Henares.

Lope de Vega le dedicó el soneto: «La verde yedra al tronco asida», y la comedia «San Diego de Alcalá». Fue retratado por Zurbarán, Ribera, Murillo, Gregorio Fernández, Alonso Cano y Pedro de Mena, representando escenas de su vida relativas a la realización de obras de caridad o algunos de sus milagros. Annibale Carracci le dedicó un ciclo completo de frescos en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma, distribuidos actualmente en diversos museos e instituciones.

A pesar de que alcanzó los sesenta años, se le representa joven e imberbe, unas veces con las rosas entre sus manos y otras con unas llaves, por haber sido portero y cocinero del convento.

Para saber más:

http://www.libroscatolicos.org/libros/mariaysantos/diego_alcala.pdf